Viernes 26 de Abril de 2024

El “Paso de la Montonera”, testigo de 200 años


  • Domingo 23 de Febrero de 2020
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  Por Alejandro Rebagliatti Administrador de la Casa de Retiros El Cenáculo-La Montonera Miembro de la Junta de Estudios Históricos de Pilar Hay historias de Pilar que necesitan ser contadas, hay historias que mueren y merecen resucitar. Quedaron ahí, por desinterés… o por un gran interés. Por qué una estancia de la zona, hoy convertida en un lugar de encuentros y de retiros espirituales, se llama “La Montonera”. Estancia solo desde 1860, casa del Arzobispado de Buenos Aires solo desde 1938. La historia mas interesante es anterior y ya lleva 200 años. En 1820 hacía ya 11 años que no podíamos ponernos de acuerdo. Disputas internas, violencia, enfrentamiento entre amigos y familiares separados en dos bandos. No había forma de concretar aquel proyecto de patria nacido el 25 de mayo y ni te cuento dónde quedaron las ilusiones de aquel 9 de julio. Había hambre y caos y por consiguiente un gran anhelo de paz de la gente. Los caudillos federales, que se jactaban de representarla, apuraron intelecto y fuerza. Rodearon Buenos Aires y ofrecieron al bando opuesto un tratado de paz con impronta federal, la misma que tienen hoy nuestra constitución nacional. Estanislao López, gobernador de Santa Fe acampa en los Santos Lugares, cerca de donde hoy está Tecnópolis. El gobernador de Entre Ríos, Francisco Ramirez, lo hace aquí en Pilar. En realidad él quería llegar al Paso de Diego López lo que sería hoy Panamericana y rio Reconquista. El plan era establecer una media luna que rodeaba Buenos Aires…o invadimos o firmamos. ¿Por qué entonces Pancho Ramirez terminó acampando con su montonera (todos los caudillos federales tenía la suya) en estos pagos, mas específicamente muy cerca de lo que hoy conocemos como Pilar Viejo? Un tiempo antes el tercer actor de esta obra, el gobernador de la centralista Buenos Aires, Sarratea, piensa rápido y con los datos de sus espías, traza la ruta que podría tomar Ramirez. Convoca entonces a los federales a negociar en la perdida capillita de Nuestra Señora del Pilar, a prudente distancia de la ciudad para que los hostiles no se acerquen tanto y –por si todo fracasaba- tener margen de regresar urgente para preparar la defensa o directamente para huir y salvar el pellejo.Por uso y costumbre nadie iba a negarse a firmar un acuerdo de paz y ponerlo bajo la protección de la Virgen, mas bien todo lo contrario teniendo en cuenta la trascendencia del acto. Las crónicas de la época hablan del terror que tenían los vecinos de Buenos Aires ante la invasión de las montoneras…también otros registros posteriores dan cuenta de la corrección con que se comportaron los federales al entran en la ciudad para los festejos de la firma. Fue un acontecimiento de repercusión nacional. En Entre Rios, por ejemplo, hubo tres días de fiesta, se iluminaron las calles y hubo un Tedeum en la catedral. El “supremo entrerriano” como se lo conocía a Ramirez estableció su campamento a unos 2 kilómetros de la capilla del Pilar y un 23 de febrero de 1820 cruza el ría Luján con su montonera por un paso de tosca firma que con el tiempo trascendió como el “Paso de la Montonera”. El insipiente poblado en torno a la capilla fue entonces testigo de la firma de un tratado que de haberse cumplido nos hubiera ahorrado unos 30 años de luchas internas. Su incumplimiento fue una acción llevada adelante por criminales intereses extranjeros, corporativos y de particulares dirigentes nacionales. El Paso de la Montonera quedó entonces bautizado, pero se supone que ya se utilizaba como camino zonal, un atajo hacia y desde Buenos Aires, una veta de tosca firme que facilitaba el cruce del río especialmente en épocas de sequía. Era muy cómodo (hay que recordar que no había alambrados en esa época) como alternativa al camino principal –mas o menos la actual Ruta 8- según su estado por las lluvias, los controles aduaneros, las milicias. El de La Montonera era un paso discreto para aquel que quisiera cruzar el río sin ser visto. Hasta 1910 cuentan testigos que aún cruzaban carretones con bolsas de trigo y maíz. Las genuinas montoneras Todos los caudillos y líderes federales de nuestro suelo tuvieron sus montoneras, algunas mas famosas que otras y por diversos motivos según la versión de la historia. Luego de la caída de Rosas se autoextinguieron. Eran milicias rurales oficiales, por lo tanto no eran ilegales como en otras regiones de América donde se las relaciona solo con el vandalismo. Algunos explican que su nombre viene por ser un montón, por estar montados a caballo y por venir de los montes. Era gente ruda, tosca, muy criolla, con valores muy altos de fidelidad a sus jefes y a sus ideales. Tenían muy claro qué era la Patria: El lugar donde comen sus hijos. La Montonera de Pilar En 1860 ya hay documentos de la estancia La Montonera. Hay casco simple primera, majestuoso años después. Eran sus propietarios Lorenzo Basabe y María Melo. Llegaba desde el río Lujan hasta lo que hoy es Capilla del Señor. La hereda el hijo mayor Manuel que muere soltero. Reciben herencia entonces sus tres hermanas que la reparten en parcelas. En el medio hay una historia de un hijo desheredado digna de Nexflix. Para 1938 Juan Ángel López era dueño de aquella parcela de 220 hectáreas que por ser la tanía el casco conservo el nombre. Acosado por algunas deudas la ofrece en remate público. La adquiere el cardenal Santiago Luis Copello, arzobispo de Buenos Aires y establece el “Hogar San José de La  Montonera” como colonia de vacaciones para los seminaristas del Arzobispado de Bueno Aires. En la década del 70 se reconvierte y comienza a ser conocida como Casa de Retiros Espirituales El Cenáculo. Hoy también recibe cursos, congresos y convenciones. Gente comprometida Son 200 años de hechos que movieron la estantería de nuestra historia protagonizados por personas comprometidas con la gente mas allá de sus virtudes y errores. Ramirez y López tenían nada mas que 34 años y a esa edad habían logrado sentar las bases de una nación…por eso hay que hacer memoria del Tratado del Pilar, que fue una gran solución para las diferencias políticas de aquel contexto y dejó su inspiración en la Constitución Nacional.

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