Nació en octubre de 1989 en pleno auge del rubro en el país, cuando solo había cuatro negocios del género en Pilar Centro. Un emprendimiento familiar, que surgió ligado a una cuestión teatral y llegó a tener más de 5 mil títulos.
Corría el año el año 1989 y la inflación galopante tenía a mal traer a Ethel Taroni, propietaria de la mercería y librería “EtelMar, ubicada a dos cuadras de la estación de trenes de Pilar. Los precios no variaban día a día, cambiaban hora tras hora y así se hacía muy difícil trabajar.
En aquellas épocas Ethel - reconocida actriz- componía el personaje de “La Poncia”, en la obra “La Casa de Bernarda Alba”, un clásico de Federico García Lorca. El director de la obra, Jorge Titi Villar, recomendó a sus actores alquilar la película española dirigida por Mario Camus, que estaba a disposición en los videoclubes. “Mi mamá fue a Pardal y encontró un mundo de gente alquilando películas. Nos propuso cambiar el rubro del negocio y mi hermano Víctor Hugo fue el más entusiasmado con la idea”, contó Martín Simeoni. Así, en octubre de ese mismo año se abrió el Videoclub Simeoni.
“Comprábamos el material a editoras, como L-Ktel, Gativideo o AVH. El negocio prosperó, llegamos a tener más de 5 mil títulos de todos los géneros y una sucursal que abrimos un par de años después sobre Hipólito Yrigoyen”, recordó el actor.
Esplendor y caída de un próspero negocio
A pesar de que los videocasetes salían en alquiler cinco o seis meses después de los estrenos, los videoclubes hicieron furor durante una década. “Se alquilaban también las videocaseteras, ya que no todos podían comprarlas. El sistema de alquiler era por 24 horas, 48 horas y también estaba la posibilidad de adquirir un abono. Por supuesto los fines de semana no dábamos abasto”, aseguró.
Era una costumbre que los sábados a la noche o los domingos a la tarde, grupos de amigos o familias enteras se reunieran en alguna casa para pasar una velada a puro cine: ver películas se convirtió en una verdadera excusa para establecer un punto de encuentro. Pero según Simeoni, la gran debacle llegó hace poco con la aparición de Netflix y otros sistemas de cine por tv en sistemas de pre pago.
“La aparición de los Dvd nos obligó a reconvertir el negocio, ya que los videocasetes en vhs quedaron obsoletos. Tenemos más de 5 mil títulos, muchos de ellos verdaderas joyas de la cinematografía mundial muy difíciles de conseguir”, sostuvo. Hoy, el video club resiste el retroceso de un rubro comercial casi extinguido en el país que los dejó como únicos exponentes en Pilar. “Podemos mantener el negocio porque el local es nuestro y porque sigue siendo una empresa familiar”, contó.
El videoclub actualmente atiende con una oferta cercana a los 3 mil títulos en Dvd y varios en Blue Ray (HD). Un número que si bien no deja de ser considerables, representa casi la mitad de los que ofrecía en la década del ’90.
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