La historia de Arianny Sánchez Pichardo comenzó en Puerto Plata, República Dominicana, donde la joven de 23 años buscaba desesperadamente respuestas para la condición de su bebé recién nacido.
El pequeño Jesús había tenido un parto prematuro, luego de un problemático embarazo, y ese era solo el comienzo de los problemas. Un cuadro que presentaba la piel amarilla y la panza hinchada llevó a los médicos a examinar al bebé y llegar a una conclusión, que había nacido sin vías biliares y necesitaba un trasplante hepático para sobrevivir. Pero esa no fue la única mala noticia, ya que al mismo tiempo comunicaron a su madre que no había ninguna institución médica en su país que pudiera realizar esa operación.
“Lo tuvieron que estudiar un montón para llegar a esa conclusión. Y no quedaba otra opción que un trasplante. Yo sufrí mucho en ese momento porque, según me dijeron, el único trasplante hepático que se hizo en República Dominicana a un niño fue a uno de 8 años. Pero nadie quería hacer una cirugía semejante en un bebé”, contó Sánchez Pichardo.
La solución estaba muy lejos de allí, en la Argentina, un país del que poco sabía la joven. “Pensé que iba a ser un problema sin solución. Ya me habían dicho que Jesús solo podía vivir un año más en esas condiciones. Me dijeron que el trasplante se podía hacer en la Argentina, pero yo no tenía la más mínima idea de cómo iba a llegar hasta Buenos Aires”, sostuvo.
El primer paso fue visitar a una médica en Santo Domingo, capital dominicana, quien estaba en contacto con la fundación ETHE, que significa Experto en Trasplante Hepático, y su misión es el desarrollo de la medicina de alta complejidad en América Latina y el Caribe a través de tres objetivos: promover la formación de médicos, la investigación científica y la derivación de pacientes a centros donde puedan acceder a procedimientos quirúrgicos de alta complejidad.
Así fue como Sánchez Pichardo comenzó los trámites para lograr el traslado, pero ahora era necesario encontrar un donante. “Le dije a mi tía que yo quería ser la donante. Entonces me hicieron estudios y concluyeron que éramos compatibles. Me puse a llorar de la emoción porque si no se hubiera complicado la situación”, señaló.
Su camino la trajo finalmente al país, y más precisamente al Hospital Austral de Pilar, donde los profesionales se ocuparon de la situación y brindaron al pequeño la oportunidad de “volver a nacer”.
“Estoy muy agradecida con la fundación, el Hospital Austral y los doctores Martín Fauda y Ariel González Campaña, cirujanos de la Unidad de Trasplante Hepático del hospital”, destacó Sánchez Pichardo. La cirugía fue un éxito, y Jesús pudo regresar junto a su madre a República Dominicana.
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