Alberto Ventura y Alicia Garcilazo, históricos integrantes del Voluntariado del Hospital Sanguinetti, están en La Lucila del Mar desde mediados de marzo. Todavía no se pueden trasladar a Pilar, porque es muy oneroso el servicio de combis, que es la única manera de poder viajar.
Mucho se habla y escribe sobre los miles de argentinos que están esperando su repatriación desde distintos lugares del mundo, pero poco se sabe de otros tantos a los que la Pandemia los sorprendió, vacacionando en el interior de la Argentina y que todavía no han podido regresar a sus hogares. Por supuesto, entre ellos también hay pilarenses. Tal el caso del matrimonio de Alberto Ventura y Alicia Garcilazo, reconocido por su trabajo durante décadas en el Voluntariado del Hospital Central Juan Cirilo Sanguinetti.
La pareja llegó a La Lucila del Mar, en la Costa bonaerense el 17 de marzo, tres días antes que se dictara la cuarentena obligatoria en todo el país, desde ese momento no han podido volver todavía a su domicilio en Pilar.
“Nuestro plan era quedarnos entre una semana y 15 días, una amiga nos prestó una casa que tiene a 2 cuadras de la playa –cuenta Alicia Garcilazo a Resumen-. Cuando llegamos, ya vimos que algunas de las entradas a la ciudad estaban cerradas, pero no nos imaginábamos que el marginamiento iba a ser tan estricto. El 19 a la noche, el Presidente dictó la cuarentena y ya nos empezamos a hacer de la idea que iba a ser muy complicado volver. A partir del día siguiente todos los accesos se cerraron y la policía no deja entrar ni salir a nadie. Incluso muchas familias que llegaron en autos particulares no pudieron volver tampoco, porque solo se permiten que viajen dos personas en auto: el conductor y un pasajero”.
“Esta semana recién empezaron a entrar los proveedores, con todo un protocolo de seguridad, como por ejemplo desinfectan con un rociador al chofer y a su vehículo, tanto a la entrada como a la salida”, añadió.
En cuanto al registro que abrió el gobierno para posibilitar el regreso de los varados en el país, Garcilazo confirmo que hay un servicio de combis que una vez por semana lleva pasajeros a Buenos Aires, pero es muy oneroso.
“El servicio lleva a cinco personas nomás a bordo y cobra entre 5 y 8 mil pesos y a pesar de eso los cupos se completan enseguida, ya que acá quedó mucha gente sin poder regresar. Por supuesto hay que justificar por qué se necesita viajar. Nosotros hicimos todos los trámites en la comisaría, pero nos resulta muy complicado reunir 16 mil pesos para volver juntos, por eso estamos esperando que se abra la posibilidad a que puedan volver a salir los micros para poder volver”, apuntó.
“Por supuesto, tenemos amigos y familiares que se ofrecieron a venir a buscarnos, pero como comentaba hoy no pueden viajar más de dos personas por auto. En cuanto a como la estamos pasando, la verdad es que bastante bien. Estamos muy cerca del mar y aunque lo vemos cuando salimos a hacer alguna compra, no se puede acceder a la playa; lo que si extrañamos mucho a nuestra familia. Acá por suerte no hay contagio de coronavirus por lo que nos informan las autoridades y creo que se debe a las drásticas medidas de prevención que se han tomado”, relató.
“Nos dejan salir a hacer trámites o compras hasta las 5 de la tarde, momento en que los bomberos tocan la sirena y se debe regresar a los domicilios –informó-. En los negocios hay muy poca gente, porque por suerte estamos fuera de temporada. Una oficial nos dijo ‘el mejor lugar adonde pueden estar ahora es acá, para qué quieren ir a Buenos Aires con todos los contagios que hay allá’. Una opinión que hoy es compartida también por nuestros hijos. Estamos en un lugar tranquilo, con muy poca gente, a 25 cuadras de San Bernardo, a 5 de Costa Azul y muy cerca también de Mar de Ajo adonde vamos a comprar remedios a la farmacia”.
“Gracias a las buenas comunicaciones estamos en contacto todos los días con mi familia a través de video llamadas. En cuanto a las compras –siguió relatando la vecina pilarense- nos manejamos con tarjeta de débito. El banco más cercano para retirar plata está en San Bernardo. Los negocios atienden de 9 de la mañana a 5 de la tarde. Hacemos las compras cada tres días y nos estamos arreglando muy bien. Mi amiga Nina y su esposo Carlos nos siguen prestando la casa sin ningún tipo de gastos, Nina es una gran amiga de hace años con quien nos conocemos del Hospital. La casa es muy amplia, tiene parque y un fondo muy lindo”.
“Con respecto a los medicamentos tengo una incapacidad por la cual IOMA me cubre el 100 por ciento de los remedios que necesito. Las planillas me las hicieron acá y tienen vigencia por cuatro meses. Tuvimos un par de días con presión alta los dos, así que llamamos al hospital de Mar de Ajó y nos atendieron muy bien. Nos medicaron y a las dos horas nos volvieron a llamar para ver cómo seguíamos. Los médicos atribuyeron la descompensación al stress lógico que nos está produciendo la cuarentena y el estar tan lejos de nuestra familia. Pero ahora estamos bien y esperando a ver qué pasa”, se resignó la voluntaria del Hospital Sanguinetti.
Para finalizar Resumen consultó a Alicia sobre cómo es pasar un día de cuarentena en la Costa. “Acá nos cambió la rutina –reconoció Garcilazo-. Nos acostamos a las 2 o 3 de la mañana, después de ver televisión o jugar un rato a las cartas. Nos levantamos cerca del mediodía, desayunamos y recién almorzamos tipo 4 de la tarde. Si está lindo el día, adelante de la casa hay un espacio de arena, donde Alberto improvisó una cancha de tejo. En el fondo hay un patio grande con parque, con una parrilla donde ya hemos hecho un par de asaditos. En definitiva, la tratamos de pasar lo mejor posible, jugando a las cartas, escuchando música y conversando mucho. Te repito, acá lo que más nos cambiaron son los horarios, es como si estuviéramos haciendo una cura de sueño, no sé si será por la tranquilidad, pero estamos con sueño todo el día”. “Ahora parece que van a abrir la playa para que la gente pueda ir a caminar y a despejarse un poco –agregó creo que va a ser según el número de documento y de 11 a 12 de la mañana y de 3 a 4 de la tarde”.
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