Solidaridad que transforma

Una cadena de favores en Pilar permitió que dos gemelas recuperaran la visión

Un pedido de ayuda recibido por la Fundación Creciendo en Pilar activó el compromiso de docentes, profesionales de la salud, comercios y empresas locales. Gracias al trabajo conjunto, Milagros y Abril, dos hermanas gemelas del distrito, pudieron renovar sus anteojos y mejorar de manera significativa su calidad de vida.

A veces las historias más profundas nacen de gestos mínimos. Un mensaje, una llamada, la decisión de no mirar para otro lado. Así comenzó el camino solidario que tuvo como protagonistas a Milagros y Abril Moreno, dos gemelas de Pilar que atravesaban serias dificultades visuales y no contaban con los recursos necesarios para renovar sus anteojos.

La situación llegó a la Fundación Creciendo en Pilar a partir de la intervención de Carla Ponsone, docente del Colegio Tratado del Pilar y presidenta de la Biblioteca Palabras del Alma, ubicada en el barrio Peruzzotti. Al advertir que las jóvenes -que estudian por la tarde y trabajan por la mañana- tenían lentes obsoletos y una graduación muy elevada, decidió pedir ayuda. Ese llamado fue el punto de partida de una red solidaria que no tardó en activarse.

El primer eslabón fue el del doctor Ernesto García, oftalmólogo del distrito, quien atendió a las gemelas sin costo y realizó los estudios necesarios para actualizar las recetas. Con ese diagnóstico en mano, la Fundación articuló el siguiente paso: la confección de los anteojos.

En Óptica Victoria, Enrique y Sofía Bagnera recibieron a Milagros y Abril y las acompañaron en la elección de los armazones. La sorpresa llegó al momento de abonar, cuando les informaron que no debían pagar nada: los anteojos serían un obsequio.

La cadena continuó con Opulens-Novar, empresa de lentes de los hermanos Mauro y Diego Stábile, que desde hace años colabora con la fundación a través del programa Ver para Crecer. En sus laboratorios, Damián Quatrín y Benjamín Stábile fabricaron en pocos días lentes de última generación, livianos y de alta calidad, desarrollados con tecnología local que incluso se exporta al exterior. Todo el proceso se realizó de manera solidaria.

La entrega final tuvo lugar en el Colegio Tratado del Pilar. Allí, las gemelas recibieron sus nuevos anteojos acompañadas por docentes y referentes de la comunidad educativa. El momento estuvo cargado de emoción: no solo por la mejora inmediata en su visión, sino por el mensaje que dejó la experiencia.

La historia de Milagros y Abril no es la de un acto aislado, sino la de una comunidad que respondió cuando hizo falta. Un entramado de voluntades que demuestra que, cuando las manos se unen, la solidaridad puede cambiar realidades concretas.

Esta nota habla de: