La historia de Pilar se construye a partir de sus habitantes e instituciones, y conocerla, muchas veces depende del contacto con los propios protagonistas. Sin dudas, la pandemia ha sido responsable de complicar esos vínculos, pero hoy, volviendo de a poco a la normalidad -sin olvidar los cuidados necesarios-, Resumen se permitió una visita pendiente.
Se trata del Tortugas Country Club, el primero de su clase en toda Sudamérica, que el pasado 22 de agosto y en pleno aislamiento, cumplió nada menos que 90 años de vida.
Nos encontramos con Francisco Dorignac, presidente del lugar desde hace cuatro décadas, que a pesar de lamentar no haber podido celebrar el 90° aniversario como hubiese querido, nos abre las puertas para conocer su historia.
Fue en 1930 y de la mano de Don Antonio Maura, que el Tortugas Country Club se convirtió en un hecho, y “Frankie” lo recuerda: “Yo tuve la suerte de ingresar al directorio con el fundador, con Don Antonio Maura, que realmente fue un visionario. Si te remontas a cuando la palabra Panamericana no existía ni en el diccionario, el tipo se largó a hacer algo que en sus fundamentos era un club de amigos y para los amigos”.
Una de las principales razones tenía al polo como eje, ya que se buscaba “evitar venir el sábado, volver a la noche a Buenos Aires y el domingo hacer lo mismo”, para jugar sus partidos en Pilar.
“Esto se pensó como un club deportivo con casas de fines de semana, y hoy es un pueblo con deportes. Pero su idea, la cual yo hoy sostengo y he hecho mía, recae en esa diferencia entre un country club y un club de campo”, sostuvo Dorignac.
Esa premisa de su creación, es la que hoy se define como “el estilo de vida del Tortugas”, al que hace referencia su propio presidente. “La gente viene acá y lo elige porque sabe cual es el estilo de vida. Eso no quita que estemos actualizados, pero habla de que no se puede improvisar a la hora de manejar este pueblo”, señaló.
Y afirmó que mucho tiene que ver con esa vida ligada al deporte, pero también a las tradiciones que se desarrollaron en sus inicios, y fueron forjando una manera de vivir. “En las noches de luna llena en verano, se organizaban cabalgatas a Escobar, al Cazador. Chicos y grandes íbamos a cenar y volvíamos a las 2 de la mañana en caravanas de unas 60 personas”, cuenta entre cientos de anécdotas.
Por otra parte, Dorignac aseguró que “uno de los logros principales ha sido poder llegar a los límites naturales de Pilar. El club arrancó con 65 hectáreas y hoy son 215. Y el hecho de llegar a los límites naturales nos dio la posibilidad de comprar las calles. En la época del intendente (Sergio) Bivort le ofrecimos comprar las calles que eran públicas, y de esa manera, la Municipalidad recibía plata y el club pasaba a ser propiedad privada”.
Actualmente, el Tortugas cuenta con seis canchas de polo, dos de golf -una de 18 hoyos y una de par 3-, 17 de tenis, tres de squash, una de paleta cubierta, la pileta original “que nunca tuvo una rajadura” de tamaño olímpico, 300 boxes, un SUM con un cine con 100 butacas, capilla, estación de servicio y hasta un supermercado Coto. Una verdadera ciudad en sí misma, que si bien suele estar ocupada en un 60 por ciento en sus 450 viviendas, la pandemia ha llenado en su totalidad.
Finalmente, quien dirige el country club pilarense se refirió a ese “click” por el cual Tortugas dejó de ser un lugar de fin de semana y se convirtió en una opción para vivir. “La llegada de la Panamericana influyó muchísimo, y otra cuestión fue que trajimos la televisión. Porque acá no había cables como para que pudiera haber conexión, pero teníamos cuatro antenas parabólicas. Lo que representa son las comodidades que se empezaron a tener junto un escenario donde el 50 por ciento del club son espacios verdes”, explicó.
Y agregó que ese crecimiento ayudó a acompañar el desarrollo de la zona. “Creo que el Tortugas fue fundamental para la zona de influencia. Se han hecho obras de todo tipo, como el edificio cívico de Alberti, por poner un ejemplo. También hemos acompañado a través del padre Tomás Llorente a quienes más lo necesitaban y hemos llegado a dar 2.500 raciones diarias de alimentos. Además, como fuente de trabajo para la zona, entran 2.000 personas por día para trabajar”.
“Hoy creo que somos respetados, y hasta me llaman para consultar que cosas estamos haciendo con el Tortugas, porque quieren tomarnos como ejemplo”, concluyó gratificado Dorignac.
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