El corralón Melo, un ícono del Pilar de antaño, cierra sus puertas tras siete décadas de historia. Fundado por Don Domingo Melo y continuado por dos generaciones, este emblemático comercio se despide dejando recuerdos imborrables y un legado de trabajo, valores y comunidad.
Ir por arena, cemento o materiales de construcción al corralón Melo no era solo un trámite comercial, sino una oportunidad para compartir una charla amena con Mirta, “Mingo” o algún integrante de la familia Melo sobre historias de vecinos, anécdotas del pueblo y la evolución de Pilar.
Todo comenzó en 1950, cuando Domingo Melo y su esposa Celestina Spavioli dejaron el transporte de verduras y el aserradero para emprender un nuevo camino: un corralón en la calle Tucumán, entonces de tierra. Con esfuerzo y dedicación, aquel pequeño negocio familiar se convirtió en un pilar fundamental para el desarrollo de la comunidad.
“Mi papá empezó transportando verduras en un camión. Luego puso un aserradero y, más tarde, el corralón”, recordó Mirta Melo en diálogo con Resumen. "Hacía cinco viajes diarios para traer arena desde el Paraná, levantándose a las 4 de la mañana. Yo tenía 6 o 7 años cuando comenzó todo esto".
Con el tiempo, Domingo adquirió terrenos adicionales para expandir el negocio y abrir una agencia de autos, mientras gestionaba el crecimiento del corralón. En 1979, construyó el edificio que se mantuvo activo hasta hoy. “El corralón significa todo para mí: mi vida, mi familia, nuestro sustento. Estoy orgullosa de haberlo cuidado junto a mis hijos y sobrinos", expresó Mirta emocionada.
Para Adriana Grillo, nieta de Don Domingo, el cierre del corralón marca el fin de una era. "Durante 70 años, Melo Materiales fue más que un comercio; fue un lugar de encuentro, confianza y valores. Muchas familias construyeron sus hogares con materiales vendidos por mi abuelo, mi mamá o mi tío", asegura.
Adriana destacó el impacto del corralón en Pilar: "Es el último de los históricos en cerrar. Representa mucho más que la venta de materiales; es un símbolo de lo que significa ser de buena madera, tanto en el trabajo como en la vida".
“Gracias a mi familia materna, a mi abuelo Domingo Melo por haberme enseñado los valores de la vida, del trabajo y del esfuerzo, a mi abuela Tina por enseñarme a comer buena comida y el amor de hogar, a mi mamá Mirta por enseñarme que tan sólo se trata de ser buena persona. Gracias a mi tío que junto a mi mamá me enseñaron lo fuerte que puede ser una hermandad. Y gracias a mi hermano Manucho por ayudarme en este proceso y a mis primos: en especial a Agustín por haber representado a la tercera generación en acción en estos últimos años y a Guille por estar y acompañar”, añadió.
El corralón no solo ofreció ladrillos y cemento, sino también historias compartidas, enseñanzas familiares y vínculos que trascendieron generaciones. "Honramos 70 años de historia, agradecidos por todo lo que este negocio nos dio. Esto va mucho más allá del cierre de un comercio", concluyó Adriana.
Como parte de su despedida, el corralón Melo realizará un remate extraordinario este domingo 15 desde las 10 de la mañana. Entre los lotes disponibles habrá 2600 ladrillos huecos, 500 metros cuadrados de cerámica, sanitarios, muebles, griferías, máquinas, caños de PVC, aberturas y hasta un camión.
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