En nuestro distrito hay murgas de todos los tamaños y para todos los gustos. Algunas son casi históricas y otras, son sumamente recientes. El sentimiento, sin embargo, siempre es el mismo: familia.
Los Misteriosos se originó en Fátima, en plena pandemia del coronavirus y, lejos de que la imposibilidad de reunirse fuese una restricción para llevar adelante un sueño, el grupo se consolidó cada día más en la localidad con un objetivo más que puro: la solidaridad.
“Nos formamos hace dos años, surgió en pandemia y a través de WhatsApp. Algunos venimos de otra murga. Surgió la idea de hacer otro estilo, otra forma de organización, gente nueva, poder renovar”, recordó Naimid Ledesma, secretaria de la murga Los Misteriosos de Fátima, en diálogo Diario Resumen.
Ahondando más en la fundación, en un momento atípico cuanto menos, Naimid explicó que, en un primer momento, tenían exclusivamente un fin solidario, ya que lo que más querían era estar presentes para sus vecinos: “nosotros a través de la murga pensábamos, qué hacemos en pandemia, qué actividad si no se puede hacer nada. Surgió hacer ollas populares, preocuparnos por la gente que pasó muchas necesidades en los barrios. Nos turnábamos, los fines de semana, en grupos, día por medio. Nos juntábamos, conseguíamos las donaciones y armábamos las ollas”.
Con el paso del tiempo y la vuelta a la normalidad, que les permite reunirse a ensayar y hacer sus presentaciones, Naimid destacó que de igual manera, el rol social de Los Misteriosos no se ha perdido y nunca se perderá. “Nuestra murga, más allá de todo, es social. Hacemos el Día del Niño, de la Primavera, distintos eventos. En verano paramos las ollas pero hacemos merienda a los nenes. La murga siempre va a ser social porque nos gusta ayudar al barrio, pensar para el barrio. Eso no cambió”, reafirmó.
Con el Carnaval ya aquí, Naimid habló sobre los preparativos de la murga y de cómo se sienten a poco de su presentación. “Acá es cuando nos llena de orgullo y vemos el trabajo que hacemos durante todo el año, en lo social, cultural y en lo personal también. Febrero es la adrenalina de saber que llegan los Carnavales, que vamos a salir, ver el empeño que pusimos, pensar cómo saldrán las coreografías, las canciones. A mí, personalmente, me encanta. Me vuelvo loca por los Carnavales”, expresó.
“Ensayamos dos veces por semana, hablamos por WhatsApp, chequemos los instrumentos, estamos muy al pendiente. A veces dejamos de lado nuestra vida porque queremos que salga todo bien, todo perfecto. No es lo mismo ensayar en el barrio, que ya te conocen, que delante de gente que no”, dijo.
Sobre la posibilidad de que en nuestro distrito todas las murgas tengan su lugar y que Pilar tenga sus propios festejos, Naimid argumentó que eso es sumamente positivo. “Me parece bárbaro, a nosotros nos costó mucho. Es un orgullo presentarse en Pilar, que se presenten todas, que ninguna quede afuera, más allá de que sea grande o chica, lo veo bien porque nos dan importancia a las murgas, que son culturales y sociales. Es una lucha que se viene peleando hace mucho”, relató.
“Con la murga sacas al chico de la calle, le enseñas arte, a tocar un instrumento. Eso está bueno que se demuestre en cada Carnaval, que las murgas se apoderen de febrero. Para mí, presentarse como hasta ahora, que están todas las murgas, es genial”, comentó.
En el futuro, Los Misteriosos sueñan con tener sus corsos oficiales en Fátima, como se ha visto en otras localidades.
Naimid comenzó en el mundo de la murga a sus 14 años, en otra agrupación. Su pasión comenzó nada más ni nada menos que tras ver los carnavales de Pilar cuando se celebraban en la Plaza 12 de Octubre. “Hace 11 años. Era solo una niña y con un grupo de amigas, una de ellas que pertenece a Los Misteriosos, fuimos a los carnavales cuando se hacían en la Plaza. Veíamos que nombraban Derqui, Manzanares, Astolfi. Volvimos al barrio, Fátima que es un pueblo, nos pusimos a charlar. Era de madrugada y dijimos por qué no hacíamos una murga en Fátima”, explicó.
“Pasó el tiempo, le comentamos a nuestros amigos. De a poco, con las chicas, dijimos bueno, averiguamos. Fuimos al Municipio para ver qué podíamos hacer, creíamos era imposible, que había que nacer murguero. De a poco, conseguimos gente de Derqui que nos enseñaba. Tuvimos la primera reunión en el Centro de Jubilados”, recapituló.
De esa manera inició Liberadores de Sueños, organización a la que Naimid le concede todo su aprendizaje: “gracias a ellos, sabemos murga. Nunca hay que olvidarse de donde uno salió, dónde nació”.
“Hoy tengo 25, dos hijos. Uno de 6 años y otro de 2 y bailan murga conmigo. Eso es la murga, es familia”, aseguró.
“Nuestro nombre, nos costó muchísimo. Estuvimos casi un año para elegirlo”, admitió entre risas y contó que fue elegido por un niño –ya no tan niño– que forma parte de la murga. “Estábamos deduciendo entre todos, los grandes. Y él, por allá, dijo ‘bueno, pongámosle misteriosos, porque somos misteriosos’ y nos gustó. Estuvimos de acuerdo”, contó.
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