En el día de la fiesta patronal de la localidad de Fátima, recordemos el origen de la misma.
Cerca del actual predio de la estación se erigía la posta por donde Belgrano y San Martín pasaron rumbo al norte, pues el Camino Real al Norte tenía allí un lugar de descanso y recambio de caballos.
Un sector de dicho camino se encuentra actualmente con otras denominaciones, siendo la de Real (pues data de la época del Rey de España) la más acertada.
A partir de 1884 Federico Lacroze extiende un tranvía a tracción a sangre (caballos) cuyo Empalme lo realiza en el predio que se denominará Empalme Lacroze, dado que allí se cambiaba también la caballada.
En 1891 será reemplazado por vapor, para lo cual se construye un gran tanque de agua, que todavía adorna la estación.
El poblado de Empalme se beneficiaría con el asfalto de la Ruta Nacional 8 y el establecimiento de tambos y otras producciones agrícolas. La primera estación de servicio atestigua el crecimiento de vehículos.
Le educación también se hizo presente, recordando a Chichita Fortez en la Escuela N° 17, y un edificio nuevo a partir de 1964. El impulso al Jardín de Infantes que se pone en marcha en 1973, y la Secundaria n° 209 impulsada por María Galvano en 1995.
La fisonomía del pueblo iba cambiando, con la fábrica Casco, y sin duda, con el establecimiento de la Cooperativa de Telefonía (y posteriormente gas) COSEFA.
Hacia afuera empezó a delinearse tímidamente un polo industrial, que desde 1973 creció y creció.
Empalme ya era una localidad con clubes, asociaciones, escuelas y fábricas, y va a cambiar de nombre a raíz de un suceso.
La Virgen de Fátima llega a la Argentina en 1949, e inicia una gira por todo el país. Una comisión de Damas decide levantar una Capilla pero por el nuevo trazado de la Ruta 8 se decide comenzar la construcción a 300 metros y otra imagen se encarga al mismo escultor. En 1958 los Siervos de María son invitados a tomar posesión del Santuario, erigiendo también el Seminario. Ese mismo año la Municipalidad de Pilar otorga el cambio de nombre, en homenaje a la Virgen de Fátima.
Muchos vecinos aún recuerdan el estallido de la bomba y una plazoleta recuerda a la “Masacre de Fátima”.
En enero de 2011 José Antonio Benítez editó un excelente libro, De Posta Empalme a Fátima, que inmortaliza la historia de esta localidad.
Por la Profesora Silvia Villamagna
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