Alan Muñoz, de 24 años, fue diagnosticado con arritmia mortal en 2013 cuando el Sanguinetti salvó su vida tras 40 minutos sin signos vitales. Hoy, necesita otra operación.
La historia de Alan Muñoz, joven que hoy tiene 24 años, se conoció en 2013 cuando en medio de un partido de fútbol se descompensó y, por más de 40 minutos, estuvo sin signos vitales. En el Hospital Sanguinetti lograron salvarle la vida y descubrir que el joven –que al momento tenía tan solo 17 años– padecía un tipo de arritmia que podía ser mortal.
La lucha de la familia por la salud del joven ha comenzado desde ese día y, hasta el momento, no cesa. Edith Muñoz, su abuela y quien está a cargo de Alan, pide al Estado que costee el nuevo desfibrilador que su nieto necesita para continuar viviendo.
“Esto empezó hace seis años, cuando él tenía 17 años tuvo muerte súbita. Gracias a Dios y a la Dra. Rosana Beláustegui, está vivo. Estuvo 40 minutos sin signos vitales pero salió y le pusieron un cardio-biodesfribilador, porque tiene arritmia mortal, ese aparato es lo único que lo salva, sino, no sobrevive”, contó en diálogo con Resumen, Edith.
Luego explicó que este artefacto es el que envía una descarga automática al corazón de su nieto cuando éste deja de latir pero que, en estos momentos, están teniendo problemas para conseguir que reemplacen el implemento.
“Lo operaron, en 2013, consiguieron el artefacto pero dieron cuenta luego de su colocación que no funcionaba. Consiguieron otro, pero acá en Pilar no podían realizarla en ese momento, entonces fue a Capital pero, no se lo cambiaron, había desaparecido”, afirmó.
La familia supo, tiempo después, que el desfibrilador averiado no había sido quitado en Capital por lo que, desde el Hospital Sanguinetti realizaron las gestiones, aunque las cosas no salieron bien: “consiguieron otro, se lo pusieron pero este último que tiene hace tres años, se lo colocaron delante del músculo y se está saliendo del cuerpo, lo ha lastimado y no pueden esterilizarlo y colocarlo otra vez”.
Su nieto fue internado hace un mes y 20 días en el Hospital Sanguinetti, a la espera de un nuevo cardio-biodesfibrilador, pero no hay noticias sobre los trámites y la familia, está desesperada por respuestas.
“La solución es cambiar ese aparato, no podemos moverlo del hospital. La cardióloga, las enfermeras, lo cuidan mucho y la doctora ha hecho todo lo posible por conseguirlo, pero aún esperamos”, dijo Edith.
El desfibrilador cuesta cerca de 25 mil dólares, según contó la mujer, y es un dinero que la familia no puede reunir ya que solo tienen la jubilación de Edith y Alan, por su salud, no puede trabajar.
“De dónde sacamos ese dinero, de mi jubilación es imposible. Está internado, es una bomba de tiempo y vive día a día, porque si se agarra una infección, no sobrevive. Estamos desesperados, porque depende de ese aparato”, dijo consternada.
Por lo que explicó, “solo falta que firmen el consentimiento” pero Edith tiene miedo de que esta misma semana, el aparato que tiene su nieto termine de salirse. “Estamos desesperados, lo único que queremos es que se consiga el artefacto y que él pueda ser operado, que salga todo bien”, concluyó Edith Muñoz.
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