La comunidad de Pilar despide a José Pérez, un hombre que dedicó su vida a la educación y la democracia. Junto a su esposa, Griselda Mazzettelle, fue una pieza clave en la creación de la E.N.E.T. Nº 1 de Pilar, una institución que permitió que generaciones de jóvenes se formaran en un oficio.
Pero su compromiso trascendió lo educativo: durante la dictadura militar, cuando la militancia política estaba prohibida, su taller fue un refugio para las reuniones del radicalismo pilarense. Su hijo, Juan Ignacio Pérez, recordó aquellos momentos de tensión y resistencia: “Se hacían las reuniones en su taller, que está detrás de nuestra casa. Recuerdo que se veían militares rodeando la manzana. En varias oportunidades estuvieron a punto de entrar y detener a todos”, contó en diálogo con Resumen.
Tras el regreso de la democracia, Pérez asumió un rol fundamental en la política local. Como presidente del comité radical del distrito Pilar, trabajó en estrecho contacto con el gobierno provincial y nacional, logrando que la escuela técnica comenzara a funcionar en tiempo récord. “Mis padres fueron el nexo perfecto para que todos empujaran para el mismo lado. Lograron habilitar la escuela, conseguir prestado un edificio para empezar las clases y todo lo necesario. Creo que lo hicieron, en parte, porque mi hermano mayor comenzaba la secundaria y tenía que viajar a Escobar para estudiar. Fue un gran acto de amor”, destacó su hijo.
Pérez vivió sus últimos años rodeado del cariño de su familia. Su hijo compartió uno de los recuerdos más recientes que atesora. “Estaba muy débil, en cama. Yo llegaba al mediodía para hacerle la comida y darle los remedios, y me recibía con un ‘Hola’ y una sonrisa de oreja a oreja”, contó.
Más allá de su legado en la educación y la política, quienes lo conocieron destacan su integridad. “Siempre lo admiré y lo amé. Muy luchador, trabajador, servicial, justo, humilde y honesto, sin ambiciones personales. Recuerdo cómo lo respetaban por su honestidad en todos los entornos en los que participó. Para nosotros es un faro de justicia. He visto a mucha gente incómoda delante de él, tratando de explicar por qué flaquearon en sus convicciones. Los que lo conocían sabían de esto, y si habían hecho algo incorrecto lo evitaban, o incluso, se alejaban”, recordó su hijo Juan.
José Francisco Pérez, otro de sus hijos, destacó el rol fundamental que tuvo su padre en la vida de la familia y en la comunidad. “Mi papá se preocupaba y se ocupaba para que toda la familia estuviera unida. Deja un legado y una forma de vivir en donde la simpleza, la solidaridad, la honestidad y el amor por lo que hizo se reflejan tanto en su trabajo de mecánico como en todas las instituciones en las que participó y fundó”, aseguró.
Su incansable trabajo no solo se limitó a la política y la educación. “Estaba en varias comisiones del Club Atlético Pilar, en la UCR, en el Círculo de Amigos del Automovilismo Pilarense, colaborando en la cooperadora del hospital Sanguinetti y en la Escuela Técnica. No sé cómo hacía, pero estoy seguro de que lo que quería era ayudar a todos. Disfrutaba de la vida en comunidad y ayudando al prójimo. Puso la vara alta, ese es su legado. Su reconocimiento debería llegar visibilizando todo lo que pudo hacer y lograr”, expresó José Francisco.
Este martes, su despedida se realizó en el mismo taller de la calle Alsina y Tucumán, el que alguna vez albergó la resistencia democrática. Su historia queda marcada en la memoria de Pilar como la de un hombre que, con esfuerzo y convicción, dejó una huella imborrable en la educación y la vida política de su comunidad.
2 comentarios:
Dejar un comentario