Jueves 21 de Noviembre de 2024

Falleció el ex combatiente Alejandro Vasco, principal impulsor de agrupar a los veteranos de guerra de Pilar

Oriundo de la localidad de Muñiz, después de la Guerra de Malvinas se radicó en Pilar y se abocó a la tarea de ubicar a excombatientes de nuestro distrito. Es el responsable del monolito emplazado en la plaza 12 de Octubre que recuerda a los caídos durante el conflicto bélico con Gran Bretaña.


  • Domingo 05 de Junio de 2022
Alejandro Vasco

Hondo pesar causó en el ámbito de los veteranos de la guerra de Malvinas, la noticia del fallecimiento días pasados en el Hospital Militar de Campo de Mayo del VGM Alejandro José Vasco, más conocido entre sus camaradas por su apellido, lo llamaban simplemente “Vasco”.

El ex combatiente tuvo especial participación en la creación de un Centro de Veteranos en Pilar a mediados de los ’80 junto a dos camaradas pilarenses: Alfredo Cardozo y Gustavo Walter.

Al comenzar la guerra de Malvinas el 2 de abril de 1982, Vasco estaba esperando la baja de su servicio militar obligatorio. Había ingresado en el Regimiento de Infantería Mecanizada –RIM- N° 6 “General Viamonte” de Mercedes, provincia de Buenos Aires, en marzo de 1981 y logró su baja en marzo de 1982. Después, en menos de un mes, fue reincorporado. Tenía entonces 19 años.

“El Regimiento de Infantería Mecanizada 6 era una da las unidades que más instrucción tuvo en aquella época –dijo en una entrevista el veterano de guerra-, porque pertenecíamos a la 10º brigada, y allí nos estuvieron instruyendo mucho durante todo el año de servicio militar. Eso nos hizo tener bastante experiencia, estar más preparados, pero no había ni teníamos la experiencia de combate. Nos presentamos el 9 de abril y el 12 salimos del regimiento, nos llevaron a Palomar y ahí, en avión llegamos a las Islas Malvinas”.

Alejandro Vasco había nacido en la ciudad autónoma de Buenos Aires, pero vivió desde muy joven en Muñiz, en el seno de una familia de prósperos comerciantes. De hecho, Vasco había abandonado la escuela secundaria ya que había comenzado a jugar al fútbol a los 15 años en las divisiones inferiores del Club Deportivo Italiano. Su padre aceptó la decisión, pero con la condición de que trabaje en su negocio mayorista. En el mismo rubro, el joven tenía familiares en Pilar Centro, donde se radicó no bien finalizó la guerra.

En Malvinas fue miembro de la compañía de Infantería A y su rol en combate fue el de “Preparador de Mortero” 82, en la sección apoyo de la compañía de infantería. Al término del conflicto y antes de subir al barco que lo trasladó desde Malvinas al continente, se juramentó a sí mismo y a sus compañeros caídos que volvería a las islas.

“Le pedí a Dios que me diera vida hasta que pudiera volver a Malvinas”, expresaba en cada reportaje que le hicieron. En 2010 se le dio la posibilidad de viajar, integrando el primer contingente con más cantidad de veteranos que volvieron a las islas después de la guerra, integrando un grupo de 22 excombatientes, luego siguió retornando cada año hasta 2019.

“Más de una vez sentí la necesidad de irme a vivir allá para estar junto a los míos, pero por ahora es un sueño. Puede sonar muy loco, pero el cementerio de Malvinas es el único lugar en el mundo donde encuentro mi paz interior”, confesó después de su último viaje.

Agrupando a los veteranos en Pilar

Alejandro Vasco fue uno de los pocos excombatientes que pudieron insertarse laboralmente casi en forma inmediata después de la guerra, logrando un puesto en el negocio de su tía en pleno centro de Pilar, un comercio mayorista de venta de cigarrillos, donde dado su carácter y temperamento sociable hizo grandes amigos, entre ellos Mariano Dolera, don José Sánchez y el derquino Carlos Barrios, con quienes el tema recurrente en sus charlas era poder contactarse con veteranos de guerra del distrito.

“Cuando volví de Malvinas, sentía dolor por mis compañeros que habían quedado y más que nada cuando veía a los veteranos en general que la estaban pasando mal. Yo gracias a Dios tuve la suerte que mi familia estaba bien económicamente, me pudo contener, tuve trabajo enseguida y se me dio por ser uno de los primeros que armamos centros de veteranos de Malvinas, armé donde estaba trabajando en ese momento, el Centro de Veteranos de Guerra de Pilar, junto con dos compañeros más”, recordó en una de las tantas notas que realizó en medios nacionales.

Esos compañeros de armas fueron los reconocidos excombatientes pilarenses Alfredo Cardozo y Gustavo Walter, que luego continuaron en el camino abierto por Vasco para la creación y permanencia de un Centro de Veteranos de Guerra en Pilar.

“A través de un amigo, Vasco se puso en contacto conmigo y me convenció de que debíamos trabajar en conjunto para lograr el reconocimiento de la comunidad y los gobernantes –comento a Resumen Gustavo Walter-, y nos abocamos a la tarea de ubicar a otros veteranos que vivieran en el partido, para organizarnos a través de un centro que nos nucleara”.

“La idea de Alejandro era tratar de darles una mano, conseguirles trabajo. Logramos hacer el monolito en la plaza para que nuestra causa no quedara perdida, constituyéndose uno de los primeros monumentos que hubo en el país para recordar a los caídos en Malvinas. Fue emplazado en marzo de 1992, con material donado por varios comerciantes de Pilar. El monolito es una pirámide truncada, que remata en una cruz, un casco y un rosario. Lamentablemente, el casco fue robado en varias oportunidades, hasta que decidieron no reponerlo más”, expresó con tristeza Walter.

Pocos años después, Alejandro Vasco emigra de Pilar. “Asumí responsabilidades y tomé decisiones muy equivocadas en aquel momento y me costaron caras. Por ejemplo: me casé y en menos de dos años ya estaba separado y nunca más volví a formar una pareja estable. Es duro transitar la vida solo. Llevo un gran peso, una gran mochila sobre mis espaldas, la de haber dejado a mis compañeros en Malvinas. Ese es un dolor que solo los veteranos sabemos de qué se trata”, comentaba Vasco.

“Era un gran amante de los perros de caza y el mismo los entrenaba –recordó a nuestro medio Gustavo Walter-, por lo que compró un campo en Monte Grande y se mudó para allá. Por suerte, la semilla del Centro de Veteranos que sembró en Pilar germinó y hoy es una organización respetada por todos. A él le debemos estar organizados y que otros hayan tomado la posta para que los excombatientes de Pilar sean reconocidos por toda la comunidad en la que vivimos y formamos nuestras familias”.

Vasco siguió con su trabajo y lucha por sus camaradas, integrando con mucho orgullo la agrupación U.C.I.M.R.A. –Unión de Combatientes de las Islas Malvinas de la República Argentina-. “Gracias a Dios y después de mucho luchar, hemos conseguido muchos beneficios y que se reivindiquen nuestros derechos como excombatientes”, decía muy complacido por haber logrado los objetivos que se había propuesto al regresar de la guerra.

“Sentí un gran alivio porque pude saldar la promesa que había hecho a mis compañeros, a mis hermanos caídos. Es un peso muy grande el estar vivo. Muchas veces me pregunté por qué no fui yo uno de los que dejó la vida en Malvinas. Creo que no era mi destino. No es fácil vivir con esta culpa. Gracias a Dios, desde 2010 hasta 2019 pude volver a las islas. Este año por el tema de la pandemia va a ser imposible”, decía Vasco hace dos años.

Siempre ante el periodismo se presentaba de la misma manera: “Mi nombre es Alejandro José Vasco, fui soldado de Clase 62 del Regimiento de Infantería Mecanizada 6 “General Viamonte” de Mercedes. En Malvinas integre la compañía de Infantería A, como preparador de mortero”.

Actualmente Vasco vivía en Tigre, donde el Municipio lo despidió como "vecino, ex combatiente y héroe de Malvinas”, decidiendo que el Pabellón Nacional se ice a media asta en todos los espacios y edificios públicos.

Dejar un comentario

Los campos marcados son requeridos *

También te pueden interesar