Los vecinos del barrio Toro que despertaron temprano el pasado domingo y salieron a realizar sus habituales compras de fin de semana, se encontraron con una desagradable sorpresa al llegar a la esquina de Albania y Río Cuarto. El emblemático y centenario ejemplar de ombú, verdadero orgullo de la barriada, había sido volteado por el vendaval de lluvia y viento que azotó a nuestra zona desde la madrugada del sábado.
Por suerte, la caída del gigante verde, aunque obstruyó totalmente la calle y la vereda contigua, no provocó accidentes a personas ni daños materiales, aunque desde hace un par de días obstruye el paso de peatones y vehículos que transitan por el lugar.
“El ombú es un arbusto de la familia de las fitolacáceas, oriundo de Sudamérica cuya edad es difícil de calcular si se trata de ejemplares añosos -comentó a Resumen el profesor de biología y responsable de la Comisión de Ambiente de Rotary Club Pilar, Fernando D’Auría- ya que sus troncos y ramas crecen sin los círculos concéntricos en su interior, tan habituales en las especies arbóreas y que nos permiten contabilizar su edad aproximada, contándolos de adentro hacia afuera. De todas maneras por el tamaño de las raíces y los testimonios de vecinos, se puede calcular que el ejemplar que abatió el temporal está alrededor del centenario”.
Efectivamente, comentarios de vecinos nos llevan atrás, por lo menos cuatro o cinco generaciones, a anécdotas que tienen que ver con el veterano ombú. Lugar de juegos infantiles, de picnics primaverales, citas románticas o reparadores descansos después de un picado en el potrero vecino -hoy convertido en plaza- , “el ombú de Toro” fue ‘el lugar’ elegido para los encuentros sociales y de esparcimiento por espacio de varias décadas.
Por otra parte, para quien no era del barrio y tenía que llegar a algún domicilio especifico, el árbol era el mojón ineludible para guiar al forastero. Del ombú, “tantas cuadras para acá o tantas para allá”, siempre fue la guía sugerida, en épocas donde no existían los teléfonos celulares y menos los gps y el Google Maps.
Conocida la noticia, no fueron pocos los vecinos que se quejaron a través de las redes sociales, culpando de la caída del árbol a la delegación municipal y al Municipio por “falta de cuidado del arbolado público” e incluso a grupos de vándalos que “hacen fuego al lado del tronco”, acción esta que habría provocado el ahuecamiento del ejemplar y su posterior debilitamiento, factores que conspiraron contra la vida del añoso e histórico árbol.
Al respecto, el profesor D’Auria recordó a Resumen que en su momento cuando fue colaborador del doctor Jorge Del Río en la Secretaría de Salud Ambiental, recibió una sugerencia del hoy comerciante Pablo Martínez para que el Municipio a través de una ordenanza, protegiera en principio a dos añosos árboles en la ciudad de Pilar.
“Se trataba de un ejemplar de Tala en Chacabuco y Lorenzo López, que todavía está y otro de Timbo que había crecido en Víctor Vergani y Fermín Gamboa y que lamentablemente fue talado tiempo después para construir parte de una nueva edificación –recordó D’Auria-; el proyecto de ordenanza se hizo, pero quedó cajoneado y ningún concejal se encargó de reflotarlo. Quizás sea el momento de hacerlo”.
El caso del “ombú de Toro”, nos retrotrae al momento en que la comunidad de Del Viso manifestara su desaprobación y enojo cuando fueron talados los dos añosos ombúes que estaban a la entrada del Hospital Pediátrico Falcón, que debieron ser removidos para facilitar las obras de ampliación del nosocomio, a principios de los 2000, durante la gestión del ex intendente Humberto Zúccaro.
“Recuerdo la queja de los vecinos en su momento –rememoró D’Auria- es por eso que en 2019 con motivo de los 110 años de la ciudad de Del Viso, plantamos durante el gobierno de Ducoté 110 árboles en distintos lugares de la localidad, entre ellos precisamente un ombú en el predio de la estación de trenes, acto que realizamos junto a vecinos, en homenaje precisamente, a esos dos ejemplares que se sacaron del Hospital Falcón y que tanto sintió la comunidad delviseña”.
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