Con más de siete décadas de historia, el corralón Domingo Melo e Hijos, uno de los comercios más emblemáticos de Pilar, cerró sus puertas a mediados de diciembre, poniendo fin a una etapa que marcó a la comunidad local. Este domingo desde las 10, se realizará un nuevo remate en el predio de Estanislao López (exruta 8) 472, donde se pondrán a disposición más de 200 lotes de insumos y dos vehículos.
Entre los artículos que serán rematados se encuentran 100 metros cuadrados de cerámicas nuevas, varillas de hierro aletado, tirantería, juegos de grifería, juegos de baño completos, caños de termofusión y PVC, puertas, estanterías metálicas, vitrinas de negocio, mosquiteros, luminarias, candados, parrillas, una computadora y mucho más.
Además, estarán disponibles una camioneta Fiat Strada modelo 2014 y una moto Rouser 200 modelo 2023. Estos vehículos forman parte de los últimos activos de la firma, que durante décadas no solo fue un proveedor de materiales de construcción, sino también un punto de encuentro para los vecinos de Pilar.
El corralón Domingo Melo e Hijos fue fundado en 1950 por Domingo Melo y su esposa Celestina Spavioli. La pareja, que anteriormente se dedicaba al transporte de verduras y al aserradero, decidió emprender un nuevo camino abriendo un pequeño corralón en la calle Tucumán, por entonces de tierra. Gracias a su esfuerzo y dedicación, el negocio creció rápidamente y se consolidó como un pilar fundamental en el desarrollo de la comunidad pilarense.
Con el tiempo, Domingo adquirió terrenos adicionales para expandir el corralón y abrió una agencia de autos. En 1979, construyó el edificio que se mantuvo en funcionamiento hasta el cierre definitivo en diciembre de 2024. La gestión del negocio continuó en manos de sus hijos y nietos, quienes mantuvieron el legado familiar durante más de 70 años.
El corralón Melo no era solo un lugar para adquirir materiales, sino también un espacio de encuentro. Ir por arena o cemento se convertía en la excusa perfecta para compartir una charla con algún miembro de la familia Melo, ya fuera Mirta, “Mingo” o cualquiera de sus trabajadores, siempre dispuestos a intercambiar historias sobre el pueblo y su evolución.
Este último remate, que reúne recuerdos y parte del legado material del corralón, representa la despedida definitiva de un ícono de Pilar. Sin embargo, la historia de Domingo Melo y su familia quedará presente en la memoria colectiva de la comunidad, como un ejemplo de esfuerzo y dedicación que contribuyó al desarrollo del municipio a lo largo de más de siete décadas.
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