Alejandro de la Torre es profesor titular de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Austral e investigador principal del CONICET, y desde pequeño siempre supo que quería ser físico. Lo que quizás no imaginó es que esa pasión lo llevaría a desempeñarse, desde febrero de este año, como el nuevo director General de Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Llegó a la Universidad Austral en 2008, acompañado de su grupo de investigación para trabajar en temas de física de la atmósfera, producir trabajos científicos, asistir a congresos internacionales, visitar regularmente prestigiosas instituciones y ejercer la docencia.
Profesor de Física para las carreras de Ingeniería Industrial e Ingeniería Biomédica, De la Torre es experto en física de la atmósfera y sostiene que, “a nosotros los físicos nos interesan principalmente los porqués y cómo de los eventos meteorológicos, somos curiosos, nos apasiona conocer la esencia de los fenómenos, sus causas y consecuencias y cómo se vinculan algunos procesos con otros de manera a veces asombrosa. En particular, la atmósfera es un sistema tremendamente complejo, un laboratorio natural en el que uno puede observar experimentos, obtener resultados y analizarlos”.
Apasionado por su labor, añadió: “En física es interesante observar el fenómeno natural, construir una teoría para tratar de explicarlo y, por último y más importante, testear si la teoría diseñada es capaz de predecirlo a futuro. Por ello siempre me interesó más la física aplicada porque uno puede poner a prueba lo que desarrolló e investigó y las conclusiones que sacó. Y no hay nada más fascinante que observar el mundo, que a veces no es exactamente como lo vemos. Esa fascinación es la que yo busco transmitir a mis alumnos”.
Ahora bien, ante su nueva designación al frente del SMN, sostuvo: “Definitivamente es un orgullo y una responsabilidad enorme. El Servicio Meteorológico, fundado por Sarmiento en 1872, es pionero en América. Es una institución en la que trabajan muchas personas, entre técnicos, científicos y observadores de todo tipo, a lo largo y de lo ancho del país, desde La Quiaca hasta la base Marambio, en la Antártida. Esto supone una responsabilidad desde el punto de vista de gestión y todo lo que significa también dirigir una institución operativa y científica”.
Finalmente, cerró con sus expectativas sobre el aporte que puede dar a la sociedad desde este nuevo rol: “Tenemos varios desafíos por delante. El primero es optimizar el sistema de alerta temprana, de modo tal de que a cada localidad del país le llegue en tiempo y forma ante cualquier amenaza: inundación, zonda, tormenta, o lo que fuera. En segundo lugar, concretar un proyecto de desarrollo e implementación de un satélite meteorológico geoestacionario argentino. El mismo permitiría incrementar mucho las mediciones sobre el territorio de nuestro país. En simultáneo a esto, incrementar la red de observaciones meteorológicas tanto a nivel del suelo como en la altura. Y, por último, fomentar el desarrollo de trabajos científicos operativos relativos a mejorar directamente el sistema de observación meteorológica y el análisis meteorológico logrado hasta el presente”.
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