Una joven pilarense que reside en Colombia, regresó al país para tener a su hijo junto a la familia. La situación por el coronavirus hizo imposible viajar al padre del niño y tuvo que utilizar la tecnología para estar presente.
Las nuevas tecnologías han logrado que la comunicación y el sentirse acompañado pueda ser una realidad a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia, y en este caso en particular incluso estando a unos 5 mil. Se trata de la historia de Felipe, que algún día les contará a sus amigos que su padre lo vio nacer por videollamada.
Todo comienza cuando la joven pilarense Josefina Likerman y Carlos Quintana, quienes residen en Colombia, decidieron que el parto de su hijo se realizaría en el distrito, donde se encuentra la familia de ella. Con este plan en mente, Josefina viajó al país en el mes de enero, con un embarazo de 6 meses, mientras que el padre del niño tenía su pasaje para el pasado 7 de abril.
La situación desatada por la pandemia de coronavirus hizo imposible que Carlos llegara a Argentina, y por esa razón el plan parecía haberse esfumado. Sin embargo, el equipo de obstetricia del Hospital Austral tenía otras ideas en mente.
“Los últimos tres meses de embarazo los pasé sin el papá, pero el día más difícil fue cuando ya era seguro que no iba a estar para el parto. Fue un día para hacerme a la idea y, también, la incertidumbre de cuándo iba a poder ser. Nos dicen que quizás sea en septiembre o a fin de año”, cuenta Josefina.
Cuando la joven de 28 años rompió bolsa, comenzó lo que ella creía iba a ser la parte más difícil del proceso, donde más necesitaba estar acompañada por su pareja. Llegó al Hospital Austral acompañada por su madre, donde se le tomó la temperatura a ambas y se corroboró que no tuvieran síntomas sospechosos de Covid.
Una vez internada, tuvo el acompañamiento de Carlos, músico de profesión, que intentó relajarla durante horas con sus melodías. Finalmente llegó el momento, las contracciones marcaron la necesidad de trasladarse hacia la sala de parto, y allí fue donde todo pasó.
Los últimos tres meses de embarazo los pasé sin el papá, pero el día más difícil fue cuando ya era seguro que no iba a estar para el parto”
“Empezaron a acomodar todo y cuando ya estaba para empezar a parir, la partera pidió mi teléfono para llamar al papá y, cuando se conectaron, le dijo 'hola, Charly, acá estamos. Está por nacer tu hijo' y puso el celular al lado mío para que pudiera ver el momento del parto”, recuerda.
Y así llegó la tranquilidad: “Mi mamá diciéndome de un lado 'empujá que le veo la cabeza' y a él del otro, acompañado por su mamá, me daban fuerzas. Cuando mi mamá dijo 'hija, está por salir, fuerza!' y lo escucho a él decir 'dale amor, ya sale, ya sale, lo estoy viendo', ahí hice toda la fuerza de mi vida y, a las 7.28, nació Felipe. Me dieron el celular para que el papá lo viera y enseguida se lo llevaron para pesarlo y controlarlo. Haberlo presenciado fue súper emotivo para él, que pensaba que no iba a poder estar para verlo. Fue mágico”.
Así fue como la pareja, a pesar de la distancia, pudo compartir el nacimiento de su hijo desde Pilar hasta Colombia.
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