¿Cuántas veces hiciste un reclamo y no lo solucionaron o tardaron meses en hacerlo? ¿Qué sabes lo que hace o vota el Concejo Deliberante? ¿Qué preferís: que inventen un nuevo impuesto o que solucionen el principal problema de tu barrio? Son preguntas con respuestas simples, pero, dicen mucho más de lo que parecen y todas apuntan a otra pregunta: ¿el Municipio realmente te escucha y comunica? Presenté el jueves 22 una investigación en las Jornadas de Ciencia Política de la UBA en la que se plantea esto.
Muchos creen, ingenuamente o maliciosamente, que el ciudadano tiene solo dos obligaciones: votar y pagar impuestos. Hasta hace 30 años se podría considerar como válido ese pensamiento, sin embargo, la democracia cambia constantemente ya que es la sociedad la que moldea a ese régimen; el politólogo francés Pierre Rosanvallon plantea que la democracia debería reinventarse y dar lugar a la participación ciudadana en otros procesos institucionales, además del sufragio, para que no pierda credibilidad. Protegerlo con el sistema y reconocer el valor del ciudadano significa que este se sienta valorado por una institución en el cual este puede proponer y debatir soluciones más allá de sus representantes. Al sentirse valorado y protegido, el ciudadano defenderá activamente al gobierno democratico.
No solo hablo por el individuo sino también por el Estado, ¿qué mejor para un Estado que tenga las cuentas claras, sea más eficiente y sea más rápido su accionar? En Pilar, existen varias herramientas de participación. Uno es Banca 25 por el cual uno puede presentar su propia ordenanza ante el Concejo Deliberante, otro son las asambleas de grandes contribuyentes por el cual se consulta a vecinos sobre tarifas y otro son las audiencias públicas por el cual los vecinos pueden dar su opinión sobre una política que los afecte.
Sin embargo, la realidad es otra: los proyectos de Banca 25 no los trata el oficialismo, la asamblea de grandes contribuyentes está compuesta mayormente por gente cercana al gobierno de Achával y a las audiencias públicas no se las anuncia y son en lugares alejados de donde afectan esas políticas, por ejemplo, hace poco hubo una audiencia "pública" sobre un basural en Villa Astolfi pero fue realizado en Del Viso un lunes a la mañana en la cual había un solo vecino de Astolfi y muchos funcionarios ¿En Astolfi no habían inaugurado un club municipal? Sí. ¿Sabe el municipio que la gente de Astolfi trabaja y es imposible ir un lunes por la mañana? Sí, no adinerados como sus vecinos de Martindale.
Con estas incógnitas uno se da cuenta que se trata de un gobierno de puertas cerradas y no busca la cercanía con el vecino como dice ser. Y si uno quiere recurrir a la oposición, es casi seguro que se encajonen los proyectos de la oposición y están muy divididos y debilitados para lograr un cambio. Hablan de federalismo y democracia pero en la práctica ese orden no existe. Sí, ganaron con el 57% en la última elección pero hasta cuando uno arrasa electoralmente debe saber tres cosas: cuidar el voto, darle un lugar al rival y respetar las instituciones. Un ejemplo en Pilar fue Zúccaro, él les daba un lugar al tratamiento de proyectos opositores y eso, a la vez, le daba legitimidad y reducía el conflicto político.
Pero volviendo a hoy, si no se abren las puertas a la participación REAL y no ficticia con corazones, los problemas y la corrupción dentro de Pilar se multiplicarán ya que al haber un poder opaco no habra garantías de que se cumplan con las leyes ni se proteja al vecino. Cada pilarense debe adoptar y apropiarse de esas herramientas como suyas para poder abrir el gobierno. Y es más, ayudaría al gobierno ya que le daría mayor eficiencia, legitimidad y, para sus dirigentes provinciales y nacionales, los ayudaría a mermar el peso de los discursos antipolíticos e hiper-individualistas de Javier Milei.
Es un desafío muy grande por la miseria económica y social que vivimos y desde el poder saben que es lo mejor para garantizar un orden que parece inalterable, pero el precio por no hacerlo será más grande. Defender la democracia no es solo votar y recordar cada 24 de marzo sino también participar y controlar al poder, sin distinción partidaria. Ya que siempre, y recordando a Maquiavelo, hay dos posiciones en una ciudad: el pueblo que anhela no ser oprimido y los poderosos que anhelan oprimir al pueblo.
Guillermo Fernández
Escrita en base al trabajo presentado en las Jornadas de Ciencia Política de la UBA de este año titulada: "Banca 25: entre la expansión democrática y el recelo casi hostil”.
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