La crisis industrial golpea a grandes empresas en Buenos Aires
La caída del consumo interno y el avance de las importaciones profundizaron la crisis en distintos sectores productivos de la provincia, donde firmas de peso enfrentan un escenario inédito.
La crisis que atraviesa la industria manufacturera en la provincia de Buenos Aires vuelve a mostrar señales de alerta. La combinación de un consumo interno deprimido y el incremento sostenido de las importaciones en varios rubros está generando un escenario de fuerte presión sobre las empresas locales. En este contexto, mientras algunas firmas directamente avanzaron con cierres definitivos, otras optan por medidas paliativas como suspensiones, reorganización de turnos o adelantamiento de vacaciones para intentar atravesar un panorama que, según advierten referentes del sector, podría agravarse en 2026 si no hay una recuperación de la demanda.
En las últimas horas, la multinacional Mondelez, dueña de marcas icónicas como Milka, Oreo, Pepitos y Beldent, confirmó un freno productivo inusual en su principal planta del país, ubicada en General Pacheco, partido de Tigre. Allí, unos 2.300 operarios se ven afectados por un esquema que incluye el adelantamiento de una semana de vacaciones y una semana adicional de licencia. La compañía explicó que atraviesa un nivel de sobrestock sensiblemente superior al histórico y que, por ese motivo, detendrá parte de sus líneas durante diciembre, con readecuación de turnos, reducción de relevos y menor utilización de la capacidad instalada. La actividad normal está prevista para el 4 de enero.
El freno está directamente relacionado con una caída de ventas cercana a las 15.000 toneladas en lo que va del año, afectando especialmente a categorías de alto volumen como galletitas, chocolates y alfajores. La merma llega incluso en plena temporada navideña, donde tradicionalmente el consumo suele repuntar. "Los supermercados están importando productos y no hay ventas. Se muestra un panorama muy complejo para el 2026 si no se levantan las ventas", advirtió Jorge Penayo, delegado en la planta de Mondelez-Pacheco, quien indicó que el salario promedio ronda los $1.400.000.
El caso de Mondelez no es aislado. En las últimas semanas, otras empresas bonaerenses adoptaron medidas similares. La tradicional alimenticia Georgalos, reconocida por el histórico Mantecol, implementó un esquema de suspensiones rotativas en su planta de Victoria, partido de San Fernando, que afecta a unos 600 trabajadores. Según informaron desde la compañía, la decisión se debe a la caída de ventas y a la competencia creciente de golosinas importadas, potenciada por la política oficial de apertura comercial. El esquema contempla suspensiones durante la primera quincena y el pago del 80% del salario en condición no remunerativa.
En el sector automotor, Peugeot paralizó su producción en la planta de El Palomar, en Tres de Febrero, adelantando vacaciones por más de un mes. Si bien no hubo comunicado oficial, la extensión del cese -superior a las cinco semanas- encendió dudas entre los operarios, especialmente en un contexto donde el patentamiento de autos 0 km cayó 3,6% interanual en noviembre.
La industria textil es otra de las más golpeadas. La histórica fábrica marplatense Textilana S.A., productora de la marca Mauro Sergio, suspendió a 175 trabajadores hasta marzo de 2026, quienes en ese período percibirán apenas el 78% del salario de bolsillo y el aguinaldo dividido en dos cuotas. A esto se suma el cierre anunciado de la textil Hazan Silvia en Lanús, que dejó a 50 empleados sin trabajo.
El cimbronazo más fuerte, sin embargo, llegó semanas atrás con el cierre repentino de la planta de Whirlpool en Pilar, que despidió a 220 trabajadores. Aunque la compañía ya venía registrando dificultades, su salida marcó un precedente que encendió alarmas en el entramado industrial bonaerense.
En conjunto, estas decisiones empresarias evidencian un clima de incertidumbre creciente en la producción provincial. Con ventas en retroceso, importaciones en alza y un consumo interno que no termina de recuperarse, la preocupación se extiende entre trabajadores y sindicatos, que señalan que el impacto podría profundizarse si no se generan medidas para reactivar la demanda y proteger el tejido industrial local.

