Domingo 24 de Noviembre de 2024

Preocupación por ataques a mujeres con gas paralizante


  • Martes 05 de Mayo de 2015
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Una mujer caminaba por la calle San Martín el jueves por la noche, cuando una chica la roció con un aerosol. Al borde del desmayo, pidió ayuda en un local cercano. Estaba advertida porque la semana anterior le había ocurrido lo mismo a una amiga. El centro de Pilar fue escenario de un intento de secuestro el jueves por la noche, cuando una mujer roció con aerosol, presumiblemente burundanga, a otra. Al borde del desmayo, pidió ayuda en una rotisería, logrando salvarse. Liliana Guzmán salía de la Escuela N° 1, frente a la plaza, donde estudia un profesorado, el jueves pasadas las 9 de la noche. Cruzó la Plaza y tomó la calle San Martín hacia donde había dejado el auto. Delante de ella caminaba una chica de aproximadamente 30 años, cabello largo y bien vestida, que no le llamó la atención. Pero la mujer desaceleró el paso, y al quedar a la par, roció a Liliana en la cara con un aerosol. “Automáticamente las manos se me durmieron, empecé a marearme y no sabía qué me pasaba. Pero me acordé que la semana pasada hubo un caso de una conocida que es maestra, en Pilar, pero de distinta forma”, relató la mujer a La Mañana de Resumen (FM del Sol 91.5). Al darse cuenta de la situación, Liliana entró al negocio más próximo que vio. Abrió la puerta de la rotisería con mucha dificultad y pidió ayuda. “Lo más triste es que la gente me miraba con miedo, como si fuera medio sospechosa”, contó. En el lugar se encontraba un conocido, que salió e increpó a la chica, que aún seguía afuera. Le preguntó si tenía el aerosol, a lo que la mujer se rió y lo negó. Ante la insistencia del hombre, la chica fue rápidamente hasta la esquina, donde tomó el primer colectivo que pasó. Mientras, Liliana estaba sentada en la rotisería, al borde del desmayo. Estaba mareada y no sentía las manos. Desde el local llamaron a la policía, que llegó a los diez minutos. Los oficiales que se acercaron esperaron que se tranquilizara. El efecto le duró a la mujer aproximadamente cinco minutos. “La policía me dijo que como no tenía lesiones no hacía falta hacer la denuncia”, comentó Liliana. Cuando se recuperó, la mujer regresó a su casa en el auto y realizó la denuncia al día siguiente. Uno de los efectivos le había dicho en la rotisería que “hubo varios casos con ese método en Pilar. Pero en la comisaría otro oficial me dijo que era raro acá”. Lo cierto es que Liliana estaba advertida por el caso de una amiga, a la que le ocurrió algo similar a plena luz del día, cuando una chica se hizo pasar por ciega pidiendo ayuda, y cuando la mujer se acercó, la rozó y luego se empezó a sentir adormecida. “Si yo no hubiera sabido de ese caso capaz me quedaba quieta pensando que me había bajado la presión”, expresó Liliana. “Me comentaron que en estos casos las chicas se quedan quietas. Vienen, les vuelven a rociar, y cuando ellas se desmayan si pasa gente le dicen que es la sobrina o la cuñada y las llevan en el auto”, denunció.

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