Diego González atropelló a la oficial de 25 años en 2017. La justicia determinó que su pena era de tres años en suspenso porque se declaró culpable y estaba alcoholizado.
El 26 de noviembre de 2017, Érica Perezlindo fue atropellada por Diego Gabriel González, un hombre de 36 años, en un accidente de tránsito en el kilómetro 46 de Panamericana. La oficial, de tan solo 25 años, se encontraba señalizando la zona en donde momentos antes, se había registrado otro siniestro vial.
González circulaba con 1,99 de alcohol en sangre y luego de atropellar a la joven y al conductor de la Guardia Urbana, Juan Molina, intentó huir. Sin embargo, el juez del caso condenó a González a la pena de tres años, en suspenso, es decir que no pasará ni un día en la cárcel.
Cabe recordar que luego de la muerte de la oficial, el culpable estuvo tan solo 15 días en prisión ya que el 12 de diciembre, fue puesto en libertad mientras esperaba el juicio que se llevó adelante el 23 y 25 de abril de este año.
Alejandra, madre de Érika –que dejó dos pequeñas hijas de 8 y 5 años– solo tenía un deseo: que el asesino de su hija fuese encarcelado, para obtener justicia por ella y sus nietas pero esto, no ocurrió.
“Le dieron tres años de prisión en suspenso, va a quedar libre. Además, le dieron 10 años de inhabilitación para conducir y 350 horas de trabajo comunitario. Eso es todo lo que le dieron a la persona que mató a mi hija”, relató en diálogo con
Diario Resumen, Alejandra.
Yo a mi hija no la tengo, y esa persona entró caminando el día del juicio y salió caminando, libre”
Asimismo, explicó que la decisión del juez tuvo que ver con que González se declaró culpable y que estaba borracho al momento del accidente: “como se declaró culpable, se le redujo la pena y por haber estado tomado, me explicaron que, como casi tenía un coma alcohólico, terminaba beneficiándolo a él, porque no estaba en todos sus sentidos”.
Respecto del intento de huir del hombre, la mujer explicó que no fue tenido en cuenta pero que “lo ayudó mucho a él” el haber estado alcoholizado al momento del accidente. “Yo a mi hija no la tengo, y esa persona entró caminando el día del juicio y salió caminando, libre”, agregó Alejandra.
La más grande de sus nietas, incluso, le preguntó por qué lloraba luego de que el juez dictaminara que González no sería encarcelado: “le dije que había ido a conocer al hombre que había matado a su mamá y ella, en su inocencia, simplemente me preguntó ‘abuela, ¿te pidió disculpas?”.
Solo quería justicia por mi hija, mis nietas"
La semana del juicio, explicó, fue más que dura sobre todo con los resultados inesperados y, contó que recién el jueves tuvo las fuerzas para retomar su trabajo, con el que mantiene a sus dos pequeñas nietas. “El día que falleció mi hija, yo volví vacía. Y la semana pasada, sentí ese mismo vacío, esa angustia y ese dolor porque no podía parar de llorar, sentí que le había fallado a mi hija, porque esperaba justicia para ella y no pude conseguirla”, dijo.
“Solo quería justicia por mi hija, mis nietas. Este es en un país en el que no hay justicia y sé que el mío no es el único caso y nadie ve nuestro sufrimiento. Ahora, cualquiera puede tomar y matar, porque saben que no irán presos”, concluyó Alejandra.
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