La Virgen Del Pilar en nuestros pagos

Es conocido que nuestro pueblo toma su nombre por la devoción de los habitantes de la zona por la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar. La profunda fe en la Virgen, que comenzó cuando Santiago se encontraba junto al Río Ebro en Zaragoza, se trasladó a América de la mano de los españoles que vinieron a estas tierras desde el comienzo mismo de la conquista, ya que Cristóbal Colon descubrió América un 12 de octubre, que luego el Papa Clemente XII (años 1730-1740) declararía formalmente su fiesta litúrgica.

 Ahora bien, fueron los aragoneses los que amaban profundamente a la virgen bajo esta advocación, quienes tuvieron una notoria intervención en la conquista. Múltiples aragoneses ayudaron a Cristóbal Colon, inclusive con mucho dinero, a su proyecto. Muchos también fueron los que vinieron a las nuevas tierras, con sus costumbres y creencias. La mayoría de los soldados españoles que vinieron en el Siglo XVIII eran de Aragón. En 1678, la Virgen del Pilar es proclamada patrona de Aragón, imponiéndose a San Jorge. También tengamos en cuenta que había algunos aragoneses viviendo en el Pilar Viejo cuando se tomaron los primeros datos del pueblo.

Por supuesto, hubo famosos aragoneses visitando el Virreinato del Río de la Plata, uno de ellos, fue el mismo Félix de Azara, nacido en Huesca, quien estuvo recorriendo algún tiempo estos pagos. La actual Basílica de Nuestra Señora Del Pilar en la Recoleta de Buenos Aires, comenzó su construcción con un donativo hacia 1716 de Juan Narbona, muy devoto de la Virgen.

En España, había sido muy popular el “Gran milagro del Cojo de Calanda” en Teruel. Por el año 1640, a Miguel Juan Pellicer Blasco le habían amputado una pierna, y se asegura que la Virgen Del Pilar intercedió para que volviera a tenerla y sanarse. Ello motivó mucha devoción en todo Aragón.

Por nuestras tierras, sabemos que por el año 1729, María Cabezas se propuso darle culto público a la Virgen del Pilar “en una Capilla construida de ladrillos de adobe y techo de paja, cerca de la margen derecha del río Luján” y que solicitó autorización del obispo de Buenos Aires.

Como nos instruye Aldo Beliera, había nacido en 1668 y se había casado en 1687 con Gómez de Saravia, viviendo en Pilar. Su padre Simón era español y había nacido alrededor de 1615. Su obra de devoción a la Virgen, fue documentada en el año 1731, en donde el Alférez López de Quiroga fue autorizado a pedir limosna para la construcción de la futura Capilla. Pero la devoción privada hacia La Pilarica y en su casa había comenzado muchos años antes, seguramente de la mano de su padre español.

 Todos estos datos, que principian en los años 1600 y se arraigan hacia el 1700 en el “Pilar Viejo” y también en las afueras de Buenos Aires como era en ese momento La Recoleta, nos dan una idea certera de la fe en La Virgen Del Pilar y su notorio prestigio religioso por ese tiempo. No es difícil entender entonces, que esa advocación Mariana haya sido la elegida en estos pagos como Patrona y camino hacia Jesús.

Es decir que hace ya más de 300 años que la Virgen nos da identidad no solo religiosa sino como pueblo, fundado en esa profunda fe de españoles y criollos que la tenían por esos años como Madre de sus súplicas. Seguramente todos los 12 de octubre eran celebrados de manera sencilla con oficios religiosos pero también con la alegría de pertenencia cultural y social, aunando voluntades de inmigrantes y nativos.

Más aquí en el tiempo, hay fotografías del 1900 con grandes procesiones con muchísima gente a pesar de la escasa población de aquel Pilar. Más aun, éramos visitados por asociaciones formadas por descendientes de aragoneses hacia la década del 60 como motivo también de fiesta y reconocimiento hacia su Virgen. Una Fiesta Patronal que nos debe llenar de orgullo por haber perseverado en ella, siglos después de comenzar su advocación originaria.