Por Guillermo Pellegrini
Maestro Normal – Licenciado en Ciencia Política
El término “crisis” alude a un período o una situación de dificultades o cambios bruscos, que pueden ser económicos, sociales, religiosos, políticos, históricos, culturales o sanitarios.
El ingenuo optimismo en el progreso, la evolución del ser humano alimentado por los conocimientos y la abundante información, ha dejado de tener sentido. Por el contrario el modo de vivir en la sociedad postmoderna, no parece promover la vida feliz, sino una vida cómoda, aunque carezca de sentido. Se vive artificialmente, nuestras vidas son intrascendentes, vemos la miseria, las violaciones, los crímenes, los robos, las guerras, el tráfico de drogas, las migraciones, con aire acondicionado y café.
La sociedad actual crea una presión estructural en un marco normativo inapelable. Desde la frustración y la despersonalización en esta sociedad opresora y alienante nos lleva a un acomodo que no precisamente nos gusta, pero así evitamos ser triturados por la máquina social, nos exige sumisión en nombre de la eficiencia del conjunto.
Se sabe que uno encuentra paz, confianza, perdón, intimidad y esperanza en la familia (institución base desde el imperio romano). Es y será comunidad, comunicación y escuela en tanto y en cuanto la educación esté afianzada como instrucción permanente y formación. Si los padres poseen una sólida educación los hijos estarán mejor formados y preparados para enfrentar los avatares de la vida.
Debemos buscar auténticos criterios morales debidamente ponderados, que vayan más allá de la simple eficacia, como el sentido de la autonomía personal. El compromiso con las cosas, la madurez espiritual y la solidaridad con nuestros hermanos. Es oportuno recordar que nuestra sociedad vive una profunda desmoralización porque está confundida, no encontrándole el verdadero sentido a ciertas cosas de la vida. Esta crisis ha sido provocada por el declive de grandes creencias y utopías. Los jóvenes precisan encontrarse con un proyecto, que le de sentido a su presente y los entusiasme con el futuro.
Las crisis en las sociedades nacen con el deterioro de la familia y la educación. “El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos y no para ser gobernados por los demás”, asegura Herbert Spencer.
El capitalismo agresivo y depredador que encontramos últimamente en algunas partes del mundo, más el largo tiempo de malos gobiernos corruptos, ineptos y demagógicos, conforman democracias decadentes junto a promesas incumplidas. Son partes de las características negativas de esta sociedad tan diversa y disgregada. El consumo compulsivo, la falta de una buena educación, sus carencias en viviendas, alimentación y salud, le impiden tener un libre pensamiento autónomo y crítico, la falta de solidaridad y la posición escéptica, pesimista e hipócrita son muestras de las crisis en la sociedad actual.
Casi nos hemos acostumbrado a la violencia social diaria, en sus más diversos matices, el grito, el insulto, el mal trato al niño y a la mujer, viéndose como cosa natural y corriente. Forman parte del programa diario en la televisión.
En el contexto actual en el que todo depende del dinero y el poder, más allá de cómo se consiguió, no hay mucho interés en el prójimo, en la moral y la ética.
Si perdemos la compasión, el apoyo mutuo y la honestidad el futuro será peor y lo pagaremos viendo el sufrimiento de nuestros hijos y nietos.
Cuando se le preguntó cuál es la solución a Xavier Sala Martín, economista de la Universidad de Columbia, les dijo “la clave es mejorar la educación, la mayor diferencia de América Latina con los países asiáticos exitosos es el énfasis que estos han puesto en mejorar sus estándares educativos”.
El tema es grave y urgente, son crisis económicas mundiales y también de civilización, son multisistémicas, son crisis de confianza. Se caerán muchos paradigmas, no existen soluciones simples, por la simple razón de que tienen la complejidad de una ciencia social y política. Cómo enfrentar las diferentes crisis, cuál será la técnica, si existe, el criterio y la sabiduría para estos escenarios tan complicados que no fueron previstos.
Mientras tanto sigue el desempleo, el hambre, las epidemias, la falta de políticas públicas y todo conforma un detonante que afectará la estabilidad y porque no la gobernabilidad. “No saben lo que hacen, llega un momento en la historia en que la ignorancia ya no es un defecto disculpable, solo la sabiduría tiene el poder de la absolución”… Dan Brown.
Hay que intentar como mínimo, conseguir paso a paso una mejor sociedad basada en la tolerancia, la fraternidad y el respeto mutuo. Comenzando con nuestro entorno familiar, laboral y social y en consecuencia conseguiremos ser mejores personas y tal vez, más felices, sin olvidar que ante este sistema en crisis, estamos en legítimo derecho de practicar la reflexión, la consulta mancomunada y ejercer nuestros derechos para despertar la conciencia política del pueblo y los motivos por el cual se los despierta de esa larga siesta histórica. Mañana es tarde.
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