Jueves 21 de Noviembre de 2024

La generación senior 4.0 y la revolución de las canas


  • Domingo 15 de Marzo de 2020
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  Por Marcelo H. Echevarría Abogado (UBA)- Especialista en Derecho Penal (UB). Autor e Investigador de Derecho Penal en Argentina y en España Manuel del Pozo Manzano es un prestigioso periodista español y director del periódico “Expansión”. Estos días publicó su columna de opinión en “Peón de Dama” titulada “L´Oreal, Santander y los seniors 4.0” en donde nos ilustra acerca del impacto en la vida laboral de los hombres y mujeres de más de 55 años de edad. En la misma, sostiene que los mayores de 55 años se encuentran en la cima de su carrera profesional y, con la expectativa de vida en aumento, ese segmento poblacional, en escasos cuatro años, representará el 30 por ciento de la población europea, para lo cual empresas, bancos ya evalúan lo que comienza a percibirse como un excelente negocio al cual denominan “la revolución de las canas”, título éste extraído en un libro de Iñaki Ortega, director del Deusto Business School y Antonio Huertas, presidente de la empresa Mapfre. En Argentina este fenómeno social y demográfico aún no fue motivo de un profundo análisis pero, seguramente, su impacto no será diferente al que acontece en Europa. En efecto, es muy cierto que la cima de una carrera profesional, negocios, emprendimientos, en muchos casos comienza a los 55 años. A esa edad, no solo la tranquilidad económica, sino también la culminación de la crianza de los hijos, permite pensar y encausar proyectos diversos, los cuales, 20 años atrás, por innumerables circunstancias que son propias de la edad, esa posibilidad era muy remota. Veamos un solo ejemplo de la vida real: Una empresa multinacional posee una de sus plantas industriales en un lugar muy remoto de la Patagonia Argentina. Eran incesantes los trastornos causados por innumerables circunstancias (problemas sindicales, fricciones recurrentes entre el personal, cortes de ruta, boicot de proveedores) situación que hacía imposible transitar un día de paz en un lugar donde conviven aproximadamente 600 empleados, circunstancia ésta que impactaba negativa y seriamente en la producción. Los directivos de la empresa no podían encontrar al líder adecuado para el manejo de semejante estructura en un lugar inhóspito, sin perjuicio que contrataron -abonando cifras siderales- a encumbrados expertos nacionales y extranjeros. El más tolerante de los profesionales contratados, presentó su renuncia a los 60 días. Cierto día, un señor de 62 años sin título profesional, pero con 35 años de experiencia en el manejo de personal y situaciones críticas, se ofreció para encarar esa responsabilidad a modo de desafío personal, toda vez que la empresa donde transcurrió toda su carrera se había retirado de la Argentina. Me quedó la duda respecto si el cuerpo directivo accedió a darle una respuesta afirmativa en atención a la confianza que despertaba el candidato, o esa decisión fue fruto de la desesperación del momento. Lo cierto es que a la fecha pasaron cuatro años desde su asunción en el cargo de Gerente General de la planta y, entre otras cosas, logró: 1) un grupo de WhatsApp entre los referentes del sector sindical y los ocho gerentes de las diferentes áreas, 2) videoconferencias interactivas entre todos los sectores productivos, 3) cada semana se “autoinvita” a cenar en la casa de algún empleado elegido al azar para conocer a su familia y para que le cuente sólo lo que ve negativo de su trabajo para tratar de repararlo, 4) implementó un sistema de festejo de cumpleaños para todo el personal donde, catering de por medio, almuerzan los compañeros del cumpleañero conjuntamente con el cuerpo gerencial en pleno con la consigna “prohibido hablar de trabajo”; 5) Contrató especialistas en psicología para atender a los empleados en situaciones de crisis personal a fin de morigerar el impacto negativo en su trabajo procurando una red de contención; 6) Se afincó en un pueblo cercano con su señora esposa eligiendo ese lugar como vivienda permanente. En cuatro años de gestión logró un aumento en la producción de aproximadamente un 45 por ciento (porcentaje calificado como “milagroso” para ese rubro). De cuidar a los nietos en su época de desempleado, hoy pasó a desempeñarse como COO (Chief Operating Officer) encontrándose lejos de pensar en su jubilación, toda vez que disfruta y se apasiona cada día de su vida. Este ejemplo como otros, tales los señalados por Manuel del Pozo Manzano en su columna, dejan como enseñanza que los veteranos tienen el poder de aggiornarse a lo que demanda el mercado, adoptan la tecnología y lejos se encuentran de rechazar la última, lo cual les abre las puertas al mundo ya sea para el comienzo de un emprendimiento, un negocio o determinadas inversiones. Poseen la experiencia y el equilibrio mental para emprender un nuevo proyecto de vida, dejando de lado las conductas viscerales para dar lugar a las decisiones racionales. Lo que emprenden lo hacen desde la pasión y no siempre para procurarse los bienes de primera necesidad toda vez que, en muchos casos, éstos ya se encuentran satisfechos. No disfrutan levantarse por las mañanas y encontrarse sin un proyecto de vida, sin nada que hacer durante todo el día. Son mentalmente jóvenes y proactivos, aunque su edad biológica sea avanzada. Por eso no es desatinado pensar que el ejemplo europeo replique en Argentina y este país, inmerso en recurrentes crisis económicas, políticas y sociales, salga adelante con la sabiduría de los jóvenes, conjuntamente con la experiencia, la garra y la pasión de los “seniors 4.0”.

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