Viernes 29 de Marzo de 2024

La demagogia


  • Domingo 29 de Julio de 2018
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Por Guillermo Pellegrini Maestro Normal y Licenciado en Ciencia Política La demagogia es un recurso, una estrategia de políticos inescrupulosos que utilizan para persuadir a sectores de bajo nivel social y cultural. Consiste en el manejo de emociones, miedos y esperanzas para obtener el poder político o mantenerlo; frecuentemente se usa la retórica, la desinformación y la propaganda política. El demagogo miente, engaña, promete cosas que no puede cumplir en general soluciones fáciles a problemas difíciles, complicados que únicamente con mucho trabajo, buena administración y consenso se puede lograr. Aristóteles decía que cuando los gobiernos populares están subordinados al capricho de los muchos, surgen los demagogos que halagan a los ciudadanos, los manejan sentimentalmente, “pan y circo” y termina siendo un “adulador del pueblo”, es una degeneración de la democracia, una crisis de la república. A veces los demagogos atribuyéndose la capacidad de interpretar los intereses del pueblo instalan una dictadura, paradójicamente sosteniendo que lo hacen para terminar con la demagogia, o crisis importantes o desgobierno o situaciones como ocurrió con la debilitada República de Weimar de 1933 que permitió el ascenso en Alemania de Adolfo Hitler. Dictaduras que pueden ser de derecha o de izquierda como muestra la historia. Es muy común la polarización para justificar hasta un golpe de estado con manipulación de la realidad. Prometen el “elixir” de la vida, casa, alegría, trabajo, salud, seguridad, justicia, educación sin esfuerzos, ni dedicación. Cuando en el fondo se sabe que un serio análisis de las circunstancias puede invalidar todo lo que el demagogo promete por lineal o simplista. En general el demagogo carece de un plan de gobierno, no tiene un programa serio, responsable de las políticas públicas, de los recursos. Es elegido por saber incentivar las necesidades del pueblo, mediante un manejo de sus sentimientos, con falacias o mentiras. Podemos ver en la vieja política, la ineficiencia, el gasto desordenado y la corrupción cuyo símbolo en Latinoamérica es un tsunami demagógico, estatista, burócrata, como el chavismo, el castrismo y demás extremismos. Con su mensaje tardío, aburrido, amenazante, confrontativo de viejas ideologías, ejemplo de desorden, dilapidación, caos con total falta de principios y valores republicanos. Un buen político es transparente en la cosa pública, se maneja con austeridad, en forma franca, inspira confianza; informa sobre la situación de la educación, la salud, las relaciones exteriores y las finanzas. Cuando un gobierno cae en las garras de un demagogo, se atrasa, cambian las reglas de juego, no se invierte, existe despilfarro y desinterés por los derechos de los ciudadanos, (DDHH sancionados en 1948 por la ONU). El demagogo está atento para saltar cuando ve momentos de incertidumbre, inestabilidad, trata de manejar las tensiones acumuladas que se pueden avizorar para interpretar rápidamente el sentir popular y sacar de la galera el conejo con las soluciones mágicas donde es peor el remedio que la enfermedad. Una supuesta crisis política no necesariamente debe permitir la entrada de una improvisada cofradía cabildera salvadora de iluminados. El termino crisis expresa algo positivo, creativo, es un factor de predisposición al cambio. Todas las crisis son oportunidades. Son cuestiones de coyuntura con replanteo de políticas. Innumerables ejemplos de esto empezando por las invasiones de Napoleón a España que permitió un movimiento emancipador de las colonias desde el norte hasta las provincias del Rio de la Plata. Con la crisis de 1930 la mayor del sistema capitalista, disparó la revolución científico-tecnológica que reorganizó los procesos para la globalización. La Segunda Guerra Mundial (40 millones de muertos) llevó a la creación de organismos de carácter supranacional, entre otros el Mercado Común Europeo. Es un momento histórico excepcional con oportunidades de modernización, donde no exista el clientelismo político del demagogo, en que las personas reciban la promoción social en base a sus méritos; para iniciar una senda de desarrollo robusto en el mundo global de este siglo.

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