Sábado 23 de Noviembre de 2024

Eva Perón y un vínculo indestructible con la gente


  • Domingo 29 de Julio de 2018
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Evita, así, la llamaba el pueblo, había llegado hacía siete años de la mano del Coronel Juan Domingo Perón a ocupar un lugar de enorme trascendencia política aunque no estuviera institucionalmente definido. Al frente de la Fundación Eva Perón había ganado el amor incondicional de millones de personas de condición humilde que sabían que hasta entonces nunca habían sido tenidos en cuenta. Se los escuchó respetuosamente, y se satisfizo en gran medida sus demandas y necesidades. Estos que parecen quizás hechos menores construyeron un vínculo indestructible entre Evita y la gente. En el invierno de 1952 murió consumida por un cáncer. Tenía tan sólo 33 años. El dolor que provocó su muerte fue enorme, difícil de describir. Al gobierno de Juan Domingo Perón le quedaban apenas tres años, durante los cuales se sintió la ausencia de esta luchadora incansable. Hemos recordado el lazo de amor incondicional entre Eva Perón y la gente. Sin embargo, debe señalarse que otra parte de la población numéricamente importante, había expresado un odio creciente por Eva. El odio, como se sabe es un sentimiento intenso que procura la destrucción de ese otro odiado. Lo curioso del odio es que no sólo destruye al objeto odiado sino que suele arrastrar al odiador. Un rasgo inherente al odio es la impotencia, suele nacer de la impotencia y generar impotencia. Si nos remitimos a la enumeración que hace Felipe Pigna (ver aparte) de hechos destructivos que siguieron a la caída del peronismo, sobre todo en relación a la obra de Eva Perón, quedamos sobrecogidos por el espanto. Son hechos abominables, no hay palabras para calificarlos. Tal vez resulte triste, penoso, mencionar todo esto que muchos bien conocemos (pero otros no). Sin embargo entiendo que decirlos es como abrir las ventanas de la historia. Siguiendo la comparación, es una manera de matar los virus del odio. Odio que no nace por generación espontánea, que tiene seguramente causas, razones múltiples, que no me atrevo a considerar en este texto, pero que podríamos generalizar como un sentimiento de daño, por la pérdida de algún bien o supuesto bien o ¿por qué no? de privilegios. Podemos nos, por ejemplo, por qué  hiere tanto la idea de igualdad. Hay variables psicológicas y sociológicas muy enraizadas y prejuicios ideológicos  muy profundos. Todo esto atizado por quienes siempre siembran vientos para cosechar tempestades. Hace ya unos cuantos años que hemos recuperado la democracia, único ámbito posible para el desarrollo humano. Sin embargo, los prejuicios, generalmente irracionales que enturbian nuestra visión de la realidad perduran, y diría que aún más son acicateados desde cierto periodismo, vocero de sectores privilegiados. Sería deseable que revisáramos nuestros prejuicios, nuestros afectos inconfesables y le dejáramos un lugarcito, apenas un lugarcito a la esperanza. Un recuerdo para Charlotte Fairchild Quiero compartir con los lectores un hecho que viví por aquellos días de 1952. Aunque no se decía con absoluta claridad todos sabían que se acercaba el fin para Evita, no todos aceptaban ese terrible pronóstico por lo que acá y allá se alzaban altares pidiendo por su vida, se hacían promesas para lograr el milagro. Eran los últimos días del mes de mayo. Nosotros vivíamos en un paraje rural llamado Pico Salamanca cuando nos llegó el aviso de que pasaría por dicho lugar Charlote Fairchild, una mujer menuda vestida con ropa de montar que venía recorriendo el país desde su Río Gallegos natal con el propósito de pedir por la salud de Eva Perón. Era Charlotte una mujer joven oriunda de Río Gallegos, hija de un irlandés y de una chilena, quien también por lo visto admiraba profundamente a Evita, lo cual no era común en la clase media de ese tiempo, que apenas disimulaba su rechazo por Eva  Duarte, ese personaje que había irrumpido en la vida política argentina y que no tenía antecedentes. Recuerdo que Charlotte llegó con dos caballos, uno de montar y otro de tiro, y recibió por supuesto la mejor recepción, mi mamá preparó una riquísima cazuela de gallina y seguramente alguno de sus fabulosos postres. Yo tuve que dejarle mi cama para que descansara esa noche bajo techo. Se habló mucho en la sobremesa, no recuerdo los detalles, pero sí que la acompañé hasta la aguada de los Llames Mazzini para ir a darle de beber a sus caballos, durante la caminata, unos 1000 metros por el cañadón, ella me fue contando por qué hacía ese viaje y qué es lo que sentía hacia Evita. Mínima anécdota que puebla mis recuerdos y que se completa llenándome de asombro con lo que viví poco tiempo después el 26 de julio de 1952, ese día yo había sido llevada a Comodoro porque había tenido un accidente bastante grave. En Comodoro escuché por la radio el famoso comunicado que anunciaba la muerte de Eva Perón, la gente que me rodeaba, muy clase media acomodada, no disimulaba su alegría por la muerte de Evita. Yo los escuchaba asombrada y dolorida por lo que sucedía y por los despreciables comentarios. Creo que esa fue la primera vez que me asomé a esa ominosa grieta, esa herida que parece no acabar nunca de curar. Entiendo que en esta materia hablar, poner palabras y emoción, en fin comunicarnos, es lo mejor que nos puede pasar, en este caso son textos, diversas miradas que  enriquecen: un poema de María Elena Walsh, fragmentos de un discurso de Florentina Gómez Miranda y las opiniones de dos historiadores que se refieren a Eva Perón. E.R.   Eva (Fragmento) Calle Florida, túnel de flores podridas. Y el pobrerío se quedó sin madre llorando entre faroles sin crespones. Llorando en cueros, para siempre, solos. Sombríos machos de corbata negra sufrían rencorosos por decreto y el órgano de Radio del Estado hizo durar a Dios un mes o dos.   Buenos Aires de niebla y de silencio. El barrio Norte tras las celosías encargaba a París rayos de sol. La cola interminable para verla y los que la maldecían por si acaso no vayan estos cabecitas negras a bienaventurar a una cualquiera.   Flores podridas para Cleopatra. Y los grasitas con el corazón rajado, rajado en serio, Huérfanos, silencio. Calles de invierno donde nadie pregona El Líder, Democracia, La Razón. Y Antonio Tormo calla "amémonos".   Un vendaval de luto obligatorio. Escarapelas con coágulos negros. El siglo nunca vio muerte más muerte. Pobrecitos rubíes, esmeraldas visones ofrendados por el pueblo, sandalias de oro, sedas virreinales vacías, arrumbadas en la noche. Y el odio entre paréntesis, rumiando venganza en sótanos y con picana. Y el amor y el dolor que eran de veras gimiendo en el cordón de la vereda. Lágrimas enjugadas con harapos, Madrecitas de los desamparados.   Silencio, que hasta el tango se murió. Orden de arriba y lágrimas de abajo. En plena juventud. No somos nada. No somos nada más que un gran castigo. Se pintó la república de negro mientras te maquillaban y enlodaban. En los altares populares, santa. Hiena de hielo para los gorilas Pero eso sí, solísima en la muerte. Y el pueblo que lloraba para siempre Sin prever tu atroz peregrinaje. Con mis ojos la vi, no me vendieron Esta leyenda ni me la robaron.   Días de julio del 52 ¿Qué importa dónde estaba yo? María Elena Walsh Versión extraída de www.elindependiente.com.ar       Florentina Gómez Miranda habla de Eva Perón Florentina Gómez Miranda en los últimos años de su vida casi centenaria ya, recordaba en un reportaje pasajes de su vida política, siendo ella radical, la relación con el peronismo tenía un lugar central y en especial habló de cómo había ido variando su valoración del papel que había tenido Eva Perón. Recordaba entre otras cosas cómo se había negado a llevar luto por la muerte de Evita y cómo había sido dejada cesante en 1954 de su cargo docente. Treinta años después el 7 de mayo de 1984, en circunstancias totalmente diferentes (diputada nacional en ese momento) le toca hacer y decir (por decisión de su bloque) un discurso en homenaje a Eva Perón. De ese discurso extraemos algunos pasajes que revelan cómo había cambiado su mirada respecto de Eva Perón. La Dra. Miranda evocaba ese discurso señalando que la vida es una verdadera maestra. "Quien me iba a decir que yo, que desde mi ignorado puesto de maestra combatí con todas las fuerzas de mi espíritu a Eva Perón cuando estaba en la plenitud de su juventud y en el apogeo de su poder político, quien me iba a decir que yo, en el año 1984, desde ésta, mi banca de diputada de la Nación –que de alguna manera se la debo a ella-, en nombre del bloque de la Unión Cívica Radical y en el mío propio rendiría este sincero y –porqué no decirlo- emocionado homenaje (...) Eva Perón tenía ese fuego sagrado que sólo los predestinados poseen. Era una auténtica exponente del pueblo. Por eso encendió pasiones incontroladas. (...) Eva Perón nos enseñó que para comprender al pueblo, para sentirlo y para interpretarlo no se necesitan títulos académicos, no se necesitan títulos universitarios, ni siquiera estudios especiales; basta con haber tenido que sentir la injusticia y no olvidarla. Basta con haber vivido el dolor y mantener el corazón abierto; por eso su pueblo peronista la venera y por eso yo la comprendo y la respeto...”. Florentina Gómez Miranda (1912-2011) maestra, abogada y diputada nacional por la UCR   Para leer y pensar, lo imborrable de la historia (fragmento) El odio de sus encarnizados enemigos la sobrevivió. Dinamitaron el lugar donde murió para evitar que se convirtiera en un sitio de culto, prohibieron su foto, su nombre y su voz, pasaron con sus tanques por las casitas de la Ciudad Infantil hasta convertirla en ruinas, abandonaron la construcción del hospital de niños más grande de América porque llevaría su nombre, echaron a los ancianos de los hogares modelo, quemaron hasta las frazadas de la fundación, destrozaron pulmotores porque tenían el escudo con su cara, secuestraron e hicieron desaparecer su cuerpo por 16 años. Pero como sospechaban los autores de tanta barbarie, todo fue inútil. Felipe Pigna De Lo imborrable de la historia, publicado en Pagina 12 el 26/07/12   Un fenómeno político Como dice la historiadora Carolina Barry “...hay una de entre las asignaturas que todavía quedan pendientes, que es un debate profundo sobre Eva Perón. Los problemas que suscitan los estudios acerca del peronismo se multiplican cuando nombramos la palabra mágica ‘Evita’..., hay un personaje cuyo papel ha sido por demás menospreciado por la historiografía académica, que es el que jugó Eva Perón dentro del peronismo”. Sergio Wischñevsky Fragmento extraído del artículo titulado “Un fenómeno político”, Diario Página 12, 26/07/12

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