“La libertad es la voluntad de ser responsables de nosotros mismos” (Friederich Nietzsche)
El coronavirus sigue atravesando al mundo y por supuesto a la Argentina. El desarrollo de la pandemia a nivel mundial ha abierto una creciente discusión en torno a sus orígenes y a su posterior expansión. En sintonía con lo expresado desde esta columna el pasado 21 de marzo, la falta de información sobre lo acontecido en la ciudad china de Wham da paso a una polémica sobre la fecha en que se produjo el primer caso de coronavirus. Esta polémica no constituye una frívola discusión ya que, según una reciente investigación realizada por la Universidad inglesa de Cambridge, el primer caso podría haber ocurrido en esa ciudad en septiembre de 2019.
Recordemos que China recién reportó los primeros casos de afectados por el virus en los primeros días de diciembre del mismo año. Es decir, la falta de libertad de un régimen dictatorial rico hizo posible tal vez que el combate contra el virus se demorara lo suficiente, como para generar la catástrofe humanitaria y sanitaria por todos conocida. Cuando hablamos de falta de libertad en China nos referimos a las libertades personales de expresión y de prensa.
Se sabe que el primer médico chino que habría denunciado la aparición del virus, murió víctima del mismo. También han llegado noticias sobre la desaparición de una médica y de otros médicos y empresarios que en su momento denunciaron casos de personas infectadas por este invisible enemigo. En este sentido, en el mundo occidental ya no es sólo Donald Trump quien se pronuncia al respecto, sino que por estos días el presidente francés Emmanuel Macron al igual que otros dirigentes de países de la Unión Europea, expresan sus críticas sobre la gravedad de la situación y sus orígenes. Queda en claro la escasa eficiencia y poca profesionalidad exhibida en las circunstancias por parte de la Organización Mundial de la Salud. La primer consecuencia de ese accionar fue el retiro de aportes a la misma por parte de EEUU decidido por el presidente Trump.
En el plano nacional el presidente Alberto Fernández prolongó la cuarentena y el distanciamiento físico hasta el 10 de mayo. Ello en virtud de las consultas que realizó con su comité de crisis sanitaria. Que quede claro entonces, en la guerra contra el virus asesino e invisible que acecha a todos los argentinos el Presidente tiene y tendrá de quien suscribe esta columna el más absoluto respaldo, al igual que de la inmensa mayoría de los argentinos. Ahora ello no inhabilita la capacidad de cada individuo de ejercer su pensamiento crítico y expresarlo. Sobre todo en lo que se refiere a la delicada interdependencia entre la salud y la economía.
Se comienzan a plantear flexibilizaciones respecto de reanudar algunas actividades productivas ya que los ciudadanos de a pie y la atención de la salud necesitan recursos para mantener un ritmo de vida razonable y eficiencia en la prestación del servicio. Con relación a esta cuestión, la flexibilización de actividades, sugiero respetuosamente al Presidente formar un comité de crisis económico y social, con el objeto de abordar organizadamente la referida salida gradual de la cuarentena. La idea sería convocar por un lado a unos pocos economistas pluripartidarios con experiencia de gobierno. Por otro lado convocar a empresarios y sindicalistas que hayan logrado atravesar la crisis del 2001. Ese comité debería abordar la problemática de cada sector económico-productivo de bienes y servicios en particular, tendiente a su flexibilización organizada a partir de atender rigurosamente los protocolos sanitarios adecuados.
Es así, que ese comité elevaría por sector las propuestas al Presidente. Así para que con sus funcionarios de confianza y mayor experiencia gubernamental tome entonces la decisión que estime corresponder y reglamente la norma, para que el sector de que se trate retome gradualmente la actividad. Este accionar sugerido permitiría desarrollar una capacidad de anticipación en la tan imperante reconstrucción económica en contraposición a lo acontecido en el terreno sanitario.
La unidad a la que todos y cada uno de nosotros debemos contribuir en el combate contra la pandemia, no significa unanimidad que nos empuje al pensamiento único. Todos los habitantes de buena voluntad que trabajen en nuestro querido país, tienen el derecho a la libre expresión y a manifestarla dentro de los parámetros que marca la Constitución. La libertad de prensa es asimismo uno de los pilares donde se asienta una democracia. En este terreno se han observado varios episodios que son motivo creciente de preocupación.
Uno de ellos fue el desplazamiento del periodista Luis Majul de la programación del canal televisivo América. La imposición del cambio de horario por parte del canal, hizo que Majul y su equipo de trabajo se desplazaran hacia otra señal de televisión. Hace unas semanas también fue desplazado de la misma emisora el periodista Carlos Mira, hombre de larga trayectoria profesional, que integraba la mesa de noticias que conduce el periodista Eduardo Feinmann en A24 señal perteneciente al canal América. Según algunas fuentes su alejamiento se habría originado en razón de opiniones ideológicas discordantes.
En el curso de la semana pasada se supo que el gobernador de la provincia de San Luis Alberto Rodríguez Saá, impidió el ingreso de diarios nacionales al territorio provincial. Los diarios afectados no pudieron entrar por vía terrestre, pese a contar con la habilitación del DNU nacional. Según fuentes provinciales la prohibición habría tenido que ver con el combate contra el coronavirus. La excepción fue el Diario de la República propiedad de la familia Rodríguez Saá que ocupa el poder en la provincia desde 1983, ya que el mismo siguió distribuyéndose normalmente. El lector sabrá sacar sus propias conclusiones. Los hechos antes descriptos no dejan de ser preocupantes porque tienden a afectar la libertad de prensa y de expresión.
Luego de la por ahora desactivada y delirante iniciativa, de unificar a manos del Estado los sistemas público y privado de salud por parte del oficialismo, en los últimos días tomó estado público un proyecto de ley impositiva que tiene por objeto gravar por segunda vez, a los patrimonios personales por parte del Estado Nacional. Un impuesto adicional a la riqueza. Pero eso sí, se aplicaría por única vez y estaría destinado a la lucha contra el coronavirus. Esta iniciativa tiene su origen en el kirchnerismo que conducen en Diputados Máximo Kirchner y Carlos Geller. La distribución de la riqueza no se logra dividiéndola, sino generando más riqueza. Al respecto entiendo es pertinente recurrir a las palabras pronunciadas por un señor llamado Albert Einstein. Este enorme científico dijo: “Intentar redistribuir la riqueza eliminando las fortunas es tan absurdo como eliminar a los genios para que el pueblo sea más inteligente”.
Antes de concluir esta columna quiero expresar mi sentido reconocimiento, seguramente compartido por la mayoría de los lectores, para con el personal sanitario que hoy enfrenta al asesino invisible desde la primera línea de la trinchera. A todos ellos, sin distinción alguna de categoría el mayor agradecimiento por la tarea que desarrollan ayudando a la sociedad toda. Vaya también esta mención para todo el personal de las fuerzas de seguridad nacionales, provinciales y municipales, por mantener el orden, cuidarnos a los ciudadanos de a pie y asistiendo con un plato de comida caliente a quienes pasan hambre. ¡¡¡A todos ellos Gracias Totales!!!
Fernando Robles
Analista político y economista
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