Recuerdo que, en el verano anterior, el centro de Pilar y algunos barrios aledaños estuvieron sin presión de agua durante muchos días, debiendo el Municipio socorrer al vecino, toda vez que la empresa prestadora nacional no atendía ni siquiera los llamados del ciudadano que se encontraba sin agua, con más de 35 grados de calor y en pandemia.
Similar escenario se produjo con los cortes de luz, donde ya sea en épocas pico tanto de calor o de frío, es una constante que la prestadora nos deje sin suministro por varias horas o días, no sólo afectando a barrios y familias, sino a electrodependientes.
Cuando esto sucede, la orfandad del ciudadano es tal que la impotencia, la bronca y el enojo, le hace pasar días enteros con un profundo malestar producto del estrés, como consecuencia de no poder contar con los servicios básicos o de primera necesidad para su subsistencia.
Cuando esto sucede y las puertas se cierran para la gente de a pie y por más que toquemos los timbres nadie da señales de vida, allí comienza la labor del periodismo, nuestro mejor vecino y amigo.
Basta con que la noticia sea publicada o dada a conocer en algún medio periodístico para que la autoridad “mueva el trasero” con el fin de “parar la pelota” lo antes posible antes que la noticia se transforme en una “bola de nieve”.
Es así como, noticia mediante editada por un periodista, comienzan a trabajar a destajo a fin de restablecer la tranquilidad pública y, lo que no realizaron en días, lo hacen en cuestión de horas.
O cuando en Pilar querían convertir un predio en un estacionamiento en vez de edificar un hospital.
Los vecinos autoconvocados se hicieron sentir a viva voz, el periodismo fue receptivo comenzando una minuciosa investigación, se dio a luz ese nefasto proyecto, tuvo un fuerte rechazo de la ciudadanía y hoy, por obra de los vecinos movilizados, el periodismo y la actual gestión municipal, contaremos en breve con el Hospital Central de Pilar.
Antes, ese predio se transformaría en un guardacoches, ahora será un Hospital en donde salvarán vidas. ¿Vaya diferencia verdad?
Cierta vez, hablando con un periodista muy reconocido a nivel mundial, ante mi pregunta respecto a qué lo llevó a elegir esa profesión, me contestó con una tajante corrección: “No es mi profesión. Es mi vida y no la elegí, nací así”.
El alma de periodista es la precursora de ese “don” de la investigación, de esa pregunta filosa, molesta, la cual saca al entrevistado de su zona de confort y lo pone en jaque, o de esa repregunta que lo irrita y comienza a versear para poder zafar.
Y muchos cuestionan al periodismo por no ser condescendiente con la autoridad de turno, empresario o personaje público cuando lo interpela respecto de temas que éstos prefieren tocar tangencialmente o mantenerlos cuatro metros bajo tierra.
No se dan cuenta que no es la pregunta de un periodismo con enemistad, molesto o despechado, sino que es el cuestionamiento del pueblo cuyo interlocutor es el propio periodista.
Aplausos para todo el periodismo pilarense que nos acompañó a los ciudadanos en este año difícil.
Ellos, quienes fueron nuestra voz cuando no fuimos escuchados, los que nos mantuvieron informados y/o quienes procuraron que una obra social no deje sin cobertura a algún asociado o que cumpla con una prestación que se negaba a efectivizar y/o que la prestadora de energía la restablezca de inmediato para que un electrodependiente no deba mudarse de Pilar por estar días sin luz.
A todos los periodistas, muy felices fiestas, los mejores augurios para el año 2022 y por favor, no aflojen la guardia que Pilar los necesita.
Dejar un comentario