Jueves 18 de Abril de 2024

Educación y política


  • Domingo 14 de Julio de 2019
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Por Guillermo Pellegrini, Maestro Normal – Lic. en Ciencia Política  “El futuro no pertenece a quienes saben esperar, sino a quienes saben prepararse”. Pedro Manero - Religioso Español (1599) La educación es la primera obligación para el desarrollo, el mismo se da con una fuerte educación y en democracia. No hay vuelta atrás o despegamos o quedamos en una “siesta histórica”. Hay que seguir cambiando muchas cosas, del Río Colorado para abajo, de eso se trata, de salir de la rutina fosilizada, de la inercia social. ¿Qué es la educación? ¿Qué debe ser la educación? ¿Cuáles deben ser sus fines primordiales? ¿Debe la educación estar al servicio de la política?, o debe ser la estructura interna, el “software” de la sociedad y debe empujar la cultura y la formación de nuevas generaciones. En Inglaterra, en la primera Guerra Mundial, lo que se llamó “La gran guerra” (año 1914), los jóvenes docentes de la primaria, secundaria y universitaria, estaban exentos del reclutamiento al combate, pues debían enseñar y formar las nuevas generaciones. (Jeffrey Archer). Se debería pensar que la educación es algo tan importante que supera lo profano, tiene una dimensión sagrada, se debe tomar conciencia de la oportunidad de su aplicación. Debemos hacer de nuestros países, de nuestras sociedades lo que nuestros antepasados y los que lucharon por la patria tenían intención que fuera. La educación tiene ahora un nuevo compromiso, desarrollar la cultura de la democracia, las prácticas políticas de los ciudadanos actuales y de los futuros, la nueva cultura cívica democrática debe estar reconocida en el aula, en la calle y en el hogar. Debemos dar respuesta con la educación al trabajo y a las sociedades competitivas modernas; la de la producción intensiva y dar respuesta también a las nuevas democracias participativas integracionistas y globales, salir de lo antiguo, de la retórica preelectoral, de elecciones que son dinero contra moral. Se necesitan cualidades de corazón y de mente para producir el cambio social, la educación como instrumento, la sociedad lo exige, lo está gritando. Necesitamos nuevos paradigmas para el momento histórico que nos toca vivir. Nuevos dirigentes y líderes que produzcan la reconstrucción afrontando el costo político que siempre será menor al juicio de la historia. Educar en valores, construirse a sí mismo, seguir el camino de nuestros ancestros, que construyeron solamente con fe, en una nueva tierra. Profesar la educación con fe y con obras, sino es vacía y trivial, encontrar la línea fina que separa la acción de la pasividad, que diferencia al hombre de acción, del hombre pasivo, inútil, gris, mediocre y conformista que rechaza el cambio y que reacciona más visceralmente al miedo y al odio. Esa educación con fe debe ser redentora y no coactiva. La educación es el pasaporte que garantiza al nuevo país, la nueva región, es el puente al desarrollo integral de la república, a la modernidad cultural. Es difícil, pero posible, se hace entre todos nadie debe quedar excluido y nadie pierde, todo lo contrario. En la educación, la buena instrucción y formación del educando está el destino de las instituciones, la estabilidad política y la cohesión social con desarrollo económico. Se ve en otros países, no puede ser de otra manera. Es como la historia cuanto más atrás podes mirar más adelante veraz. El hombre con educación gana libertad y dignidad. Le confiere una actitud robusta que se nota más intensamente, que le da inviolabilidad a sus derechos. Por eso la escuela es un lugar de integración, donde se suelen solucionar las diferencias  económicas y sociales; que los niños sepan que la dirigencia no los entretiene, sino que los representa, para que salgan de las comunidades cerradas mentalmente, de los prejuicios, para que con una vasta educación, se sientan con mayor fortaleza espiritual y seguridad, con esperanzas y no con odio, resentimiento y rencor. Debemos construir y producir el cambio social, darle sentido a la modificación de lo cotidiano, no volver atrás, aumentar con una importante base de conocimientos, el compromiso con la república. Consolidar la herencia más allá de las creencias dogmáticas y de las banderías políticas de turno. La educación no pasa solamente por una cuestión de dinero, es buscar sentido de pertenencia, de homogeneidad social de consolidar valores y tradiciones, es la formación de los futuros dirigentes. No busquemos atajos simplistas, sabemos que en definitiva, somos lo que hacemos y decimos. “Donde hay satisfacciones, no hay revoluciones” -  Confucio 551 a. de C.

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