El decreto 2/2020 del presidente Alberto Fernández, declarando al 2020 como año dedicado a resaltar la actuación pública del General Belgrano, nos invita a recordar su muerte y también su nacimiento que normalmente lo pasamos por alto, tal vez sea por esa rara costumbre argentina de recordar a los héroes en el día de su muerte en vez de deleitarnos más bien en el día de su nacimiento.
El presente que nos toca vivir tiene múltiples vínculos con el pasado y conmemorar este 3 de junio como el día del nacimiento del Padre de la Independencia, nos hace repensar lo que somos y gracias a quienes lo somos. El pasado siempre vive en nosotros, en nuestras culturas, en nuestras instituciones y en muchas cosas más.
Belgrano fue usado por la pluma de los historiadores, entre ellos Mitre que buscó realizar una genealogía de los padres fundadores de la Nación Argentina y legitimar así el nuevo orden que se instauró luego de la derrota de los caudillos federales. Fruto de este asir historiográfico la figura de Belgrano ha quedado confinada, mediante la reproducción del rito escolar, al hombre que se viste con el ropaje de la patria naciente (escarapela, bandera) dando ejemplo de austeridad y desprendimiento natural y que muere olvidado en el contexto de guerras intestinas.
La complejidad de la figura de Belgrano jamás podría agotarse en esta nota, ni tampoco completarse en ella, simplemente trataré de ver cuál es su impulso principal y motivante que lo alienta en sus cortos 50 años, ya que ese impulso y esa idea central será la herencia legada por él para nuestra querida Argentina, libre e independiente. Justamente la INDEPENDENCIA es la idea central que motiva e influencia constantemente la acción de Manuel Belgrano.
La idea de independencia no estaba presente en todos los participantes de la Revolución de Mayo, muchos de ellos seguían pensando en conservar los pueblos del virreinato para los reyes de España, muy pocos tenían la idea de entregar los recursos a un gobierno autóctono. Solo había tres proyectistas de la independencia: Belgrano, San Martin y Artigas y un líder indiscutido, el primero que se ha nombrado.
Pasado el Motín de las Trenzas con el cuerpo de Patricios, Belgrano sabe que los hombres con los que cuenta no son totalmente leales, pero con ellos está en las barracas del río Paraná y es ese lugar en donde él piensa en la independencia como consigna y en los símbolos patrios. Las baterías “Independencia” y “Libertad” son la afirmación de este ideario conductor del general, la certeza de Manuel es simple: “No puede haber lealtad a la Revolución sin transmitirle al pueblo y a su ejército los conceptos de independencia, y la independencia nunca se puede concretar sin tomar las armas”.
Es tan central esta idea en el general que en Jujuy, vuelve a aparecer en el éxodo que será hasta Tucumán y no hasta Córdoba, como se le había indicado. Nunca nos mostraron en la escuela el general revolucionario y desobediente porque busca la independencia de estos pueblos y siente que ella no será posible con las vacilaciones y maniobras de los porteños.
Debemos revalorizar a personas como Belgrano que se jugó la vida por la independencia y es bueno saber que esta es una batalla que aún no se concluye.
El padre de la independencia en el juramento del 27 de febrero nos deja este legado: “Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la independencia y de la libertad”.
En este 3 de junio recordemos al hijo de Domingo y Josefa que un 24 de septiembre de 1812 en Tucumán y un 20 de febrero de 1813 en Salta, salvó la Revolución que abnegadamente defendió y un 9 de julio de 1816 en Tucumán se deleitó de la independencia a la que brindó su paternidad más intensa.
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