Por Juan Carlos Juárez
Ex Diputado Provincial Partido GEN
Los argentinos comenzábamos el difícil camino de avanzar en la Democracia por la vida, para abandonar la noche oscura de la Dictadura. Ese 30 de octubre de 1983 estaba lleno de esperanza y también de incertidumbre, la historia nos mostraba que el período más largo de Democracia había ocurrido entre 1916 y 1930 y a partir de allí, solo destellos de institucionalidad y plena libertad. Pero esta vez había mucha tragedia por superar y eso mismo significaba que la salida no era solo electoral, sino que el Pueblo quería vivir para siempre en Democracia.
Muchos candidatos se desplazaban por todo el país, pero solo dos tenían la mirada de la inmensa mayoría, uno era Ítalo Luder, acompañado por un Peronismo que no lograba soltar amarras de sus tradiciones llenas de complejidades que le impedían mostrar su costado más entusiasta y el otro, Raúl Alfonsín que simbolizaba un aire inspirador y renovado que superaba las propia expectativas y estructuras de la UCR.
Los argentinos en su conjunto reclamaban el fin de la dictadura y la construcción de un estado democrático, sobre la base de una república nítida sin sombras. Los derechos humanos estaban en el primer plano en la lista de reclamos, lo económico social era preocupante, las relaciones internacionales debían recomponerse y así emergía la ola democrática en Latinoamérica frente a nuestros vecinos que seguían en dictaduras.
Raúl Alfonsín simbolizó para ese tiempo las ideas, el proyecto y el hombre que la sociedad quería, porque planteaba claramente, el funcionamiento de la república y el respeto por federalismo, el diálogo como construcción de puentes de convivencia con todos los partidos políticos y los distintos sectores sociales, el Juicio a las Juntas, las responsabilidades sobre la deuda externa, la Triple A, la integración al mundo defendiendo nuestros intereses y una posición clara, frente a EEUU y el FMI.
Cada acto era un torrente de expresión social, un desahogo, era donde se mostraba que esa fuerza innovadora era imparable, ese 30 de octubre, muchos de nosotros votamos por primera vez, en mi caso con 20 años de edad y fue todo muy fuerte no se trataba solo de ganar o perder una elección, era asegurar la continuidad institucional.
Por eso cuando Alfonsín planteaba los 100 años de democracia parecía una utopía, pero eso mismo era lo que nos comprometía a todos a trabajar para asegurarla sin importar donde militabas o a quien elegías, por eso llegamos hasta acá y continuaremos, nada nos detendrá. Es cierto que nos faltan muchas cosas de las que nos planteamos en aquel tiempo, pero más allá de los gustos personales, hoy vivimos en una Argentina donde los DDHH, república, integración regional, institucionalidad, inclusión, la lucha por la igualdad, el desarrollo, libertad y la autodeterminación es defendida por la inmensa mayoría de los argentinos, eso tiene un rezo laico, es el Preámbulo y nuestra Constitución.
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