La vista desde el primer piso es inmejorable: hacia la derecha la Parroquia Nuestra Señora del Pilar totalmente restaurada, en el centro la Plaza y sus calles aledañas en pleno proceso de mejora, hacia la izquierda se divisa el edificio del antiguo cine Rex y el Instituto Parroquial. Toda esta postal del centro histórico de la ciudad se ve iluminada por los rayos de un fuerte sol de julio acariciando cada espacio, hurgando entre la copa de los árboles, filtrándose por las enormes ventanas e iluminando los espejos detrás de la barra de lo que otrora fuera Bariloche o Kascote, las dos confiterías que funcionaban en el antiguo Cine Teatro Gran Pilar y cuyo mozo era Alfredo, a quien los clientes le decían cariñosamente Abelay.
Todo se ve reluciente, impecable, hasta el antiguo proyector que manejaba "el Manco" Regiardo. Este equipo, que hoy es una pieza de colección posicionada en un lugar privilegiado del espacio, funcionaba con electrodos y cuentan quienes venían a la sala que cuando se acababa uno, mientras lo reponían, se cortaba la película y todos comenzaban a zapatear en son de protesta. A mí no me tocó zapatear en la sala, pero sí recuerdo que fue en el estreno de “Ghost, la sombra del amor”, allá por 1990, cuando lloré desconsoladamente durante la proyección del film sin saber que sería la última película que disfrutaría en ese cine.
Hoy ya faltan pocos días para su reinauguración, y el arduo trabajo, el compromiso y la pasión se reflejan en cada espacio, en cada detalle, en cada mirada.
¿Cómo y cuándo nació el sueño, hoy ya convertido en una realidad, de recuperar el Gran Pilar?
No te diría que fue por casualidad porque no es verdad. Siempre pasaba por este lugar y veía el abandono que tenía, ya la iglesia evangélica hacía unos años que no estaba más alquilando la propiedad y ahí empecé a hurguetear un poco para ver de qué se trataba y de cómo se podía acceder a la compra del bien. Lamentablemente me di cuenta que yo solo no lo podía encarar y hablé con amigos y socios, les conté la idea de poder recuperar y poner en valor esta sala nuevamente, una sala en la cual habían pasado artistas de envergadura, de mucha importancia a nivel nacional, y si bien me costó un poco porque en ese momento el centro no estaba bien, la gente lo veía muy chato, feo, con pocas oportunidades, afortunadamente logré imponerme con mis amigos y le dimos el visto bueno. Después de pelear (conversar) un par de veces con la propietaria pudimos lograr comprar el espacio y, de ahí en adelante, nació el sueño de poder poner esto en marcha.
¿Quiénes son estos amigos socios que te acompañan en este proyecto?
Ellos son Gerardo Russo, Pablo García, Adrián Santos, Miguel Díaz y Santiago Oleac.
Recién señalabas que les costó mucho convencer a la antigua propietaria, ¿fueron negociaciones difíciles?, ¿duras?, ¿cuánto tiempo estuvieron hasta que lograron convencerla?
Fueron tres o cuatro meses de intensas charlas pero a la propietaria le gustó el objetivo que teníamos de mantener la sala, aunque sabía que íbamos a desmantelar la galería que estaba abajo; valoró la idea que esto continúe como un espacio cultural. Sin lugar a dudas, eso benefició la negociación ya que ella vio un grupo de socios y amigos entusiastas, quizá un poco alocados con una idea mayúscula. Creo que se sorprendió un poco al ver que había gente que estaba dispuesta a apostar por un proyecto cultural.
Para nosotros también fue todo un desafío; imagínate que después de la compra cuando arrancó la pandemia, que fue al poquito tiempo de haberlo adquirido, la tropa se cayó porque sentíamos que habíamos comprado un elefante blanco y llegamos a cuestionarnos si teníamos que transformarlo todo en oficinas; costó pero nos dimos cuenta que teníamos que esperar un poco y qué cuando todo eso terminara (haciendo referencia al Covid) la gente iba a querer salir y estar disfrutando de los espectáculos, de las obras, de los artistas. Y si bien sabíamos que poder tener la sala iba a ser difícil por un tiempo, también éramos conscientes que teníamos que realizar obras para mejorar nuestro espacio y que eso nos iba a llevar un buen rato; entonces comenzamos a ponerle fichas nuevamente y tratar de hacer de esto el mejor lugar posible.
Nosotros siempre tuvimos la premisa de que sea uno de los mejores teatros de la zona norte, aunque sabemos que al comenzar pueden faltar algunas cosas con el tiempo vamos a saber qué debemos mejorar, cuáles fueron los aciertos y cuáles los errores y buscar corregir esas problemáticas que tengamos. Por eso le vamos a pedir a la gente que tenga la paciencia necesaria y que colabore realizándonos una crítica constructiva cuando nos encuentre a cada uno de nosotros, que nos haga las sugerencias para mejorar los aspectos que se nos puedan escapar, aunque contamos con opiniones de mucha gente del ámbito como Piquín, Mahler, siempre se aceptan críticas constructivas.
Imagino que en tu juventud vos venías a esta sala, ¿cuál fue tu primera impresión cuando ingresaste nuevamente a este espacio?
“Hay muchas cosas que van a mejorar el casco urbano, más allá de la plaza, la iglesia y el municipio”
Mis ojos se fueron inmediatamente hacia la confitería que muchos de nosotros recordamos con profundo cariño, tanto a Bariloche como a Kascote, donde todos veníamos de jóvenes acá. Eso te emocionaba porque te estabas remontando a 30 años atrás. Y después, al ver el estado general del edificio uno se daba cuenta que estaba mal pero no tanto y que había mucho por hacer, que se podía mejorar, que se necesitaban ganas, buenas ideas y mucha ayuda. Ese fue el primer impacto: todo está mal pero lo podemos dejar muy bien.
¿Cómo fue la relación entre los socios?
En un comienzo éramos tres o cuatro con más energía que los otros, y de repente se prendieron las ganas cuando comenzaron a ver que la opinión pública comenzaba a hablar del tema y que se le estaba dando una trascendencia y una importancia significativa al proyecto. En ese momento logramos que todo el grupo, de manera compacta, tire parejo. Y la verdad es que el grupo humano que tenemos con los socios fue fundamental porque son todos metedores, empresarios, que les gusta poner fichas por todos lados y que trabajan para alcanzar sus metas.
¿Qué recuerdo puntual tenés del Gran Pilar de antes?
Yo fui al Oficial y al Almafuerte e imaginate que alguna rateada nos traía para estos lados, a la confitería; más allá de alguna película de Sandrini o la actuación de Tusam que te daba entre miedo e imposición de creencia por saber si era cierto lo que estaba haciendo o si era todo trucado. Todo eso me quedó muy marcado.
¿Qué crees que van a sentir los pilarenses que estuvieron en esta sala hace mucho tiempo y que vuelven a ingresar a este espacio 30 años después?
Creo que van a sentir una gran emoción como la que sentimos nosotros. La verdad, honestamente, no creía que era tanta la gente que en el transcurso del tiempo sigue manteniendo intacta la mirada que tenían sobre este lugar. Recibimos muchísimos comentarios ya sea personalmente o a través de las redes que nos desean el mayor de los éxitos, que nos piden que abramos las puertas y que nos dicen que esto va a estar buenísimo para Pilar. Toda esa gente nos ha dado mucho empuje también para poder realizar esto.
¿Te sorprendió ese ida y vuelta con la gente de Pilar?
Sí, me sorprendió porque la gente no dudó en hacernos llegar sus comentarios y si bien muchos de ellos son grandes, tampoco lo son tanto, son personas de 60 o más años que tienen sus recuerdos y los comparten, o bien que son habitué de los teatros y desean que la sala ya esté funcionando. También pensamos que con la transformación que tuvo Pilar hay muchísima gente nueva, muchos de ellos viviendo en el casco urbano de la ciudad, y los vamos a nuclear a todos, los que vengan del Kilómetro 50, de los barrios, de los lugares vecinos como Rodríguez, Capilla, Moreno. Tenemos mucha gente en Pilar, pero también las ciudades vecinas con un caudal importante de espectadores. Ante esta realidad no tenemos posibilidad de que esto fracase, aunque depende de que nosotros tengamos la sala en condiciones, que la gente no tenga frío, que la gente no tenga calor, que pueda ver las obras sin ningún tipo de problemas, que la acústica sea buena, que el espectáculo sea de calidad más allá de su estilo ya que vamos a habilitar la sala para diversas manifestaciones.
Además de lo artístico cultural, ¿qué más considerás que le va a aportar la sala al casco histórico?
Mucho, porque considero que esto va a oficiar como un efecto dominó. Creo que a Pilar centro le falta gastronómicamente bastante, aunque ya aparecieron firmas del Kilómetro 50 que se van a instalar acá, junto al teatro se va a instalar una hamburguesería importante de una persona que está invirtiendo también. Hay muchas cosas que van a mejorar lo que es el casco urbano, más allá de la mejora de la plaza, de la iglesia y el municipio; cosas que ayudarán a que la gente invierta.
¿Cómo proyectan, junto a tus socios, la sala a corto, mediano y largo plazo?
Hoy la estamos proyectando a corto plazo porque los últimos acontecimientos del país hicieron que se retrasen algunas cosas y eso hizo que estemos muy enfocados a lo próximo. Fue toda la vorágine de los últimos tiempos lo que hizo que todos nosotros trabajemos sin descanso, aunque quizá mis socios no tienen necesidad de hacerlo, ponen mucha pasión y compromiso. Todos queremos poner lo mejor para que esto esté bien de comienzo, después en el futuro lo iremos llevando con acontecimientos particulares (más allá de las obras) como algunos de los partidos del Mundial que vamos a pasar en una pantalla led o alguna carrera de Fórmula 1; van a haber muchas cosas que se van a poder acoplar al teatro.
¿Cómo va a ser la inauguración del teatro?, ¿qué tienen pensado para esa fecha?
“No creía que era tanta la gente que sigue manteniendo intacta la mirada sobre este lugar”
La inauguración va a ser el 10 de agosto, y por eso tenemos que pedirles disculpas a muchas personas de Pilar porque no los vamos a poder convocar a todos debido a que cada socio tiene sus invitados, y hay que considerar también a la prensa, a las autoridades, celebridades que nos van a acompañar. Y como sabemos que esa va a ser una deuda con algunas personas de Pilar, las iremos invitando a las próximas funciones para que disfruten de la sala.
Ese 10 va a ser con un catering para 600 personas que se va a explayar por todos los sectores donde se pueda hacerlo, va a estar el descubrimiento del nombre del de la sala, que será Graciela Borges y ella nos estará acompañando, en la conducción de la jornada va a estar Gonzalo Rodríguez y Jimena Monteverde (hermana de uno de los socios) y después de las palabras disfrutaremos el show de Hugo Varela.
Gustavo tu vida estuvo y está ligada al deporte, ¿podrá el Gran Pilar separarte de esta pasión?
Por ahora lo está logrando. La verdad es que al día de hoy estoy bastante exhausto porque estoy muy metido con lo de Real Pilar que justo estos días vivimos una fiesta gloriosa y cada vez estamos contagiando más la identidad pilarense que nosotros queremos. Hoy en el club tenemos una comisión directiva que es toda pilarense y eso nos enorgullece, al igual que los 400 chicos de las inferiores. Es un gran trabajo, pero debo separar lo que es mi actividad personal con lo que va a ser el teatro y lo que es Real Pilar, sin lograr que me echen de mi casa y algunas otras cosas porque realmente tengo todo el día ocupado aunque tendré que ver la forma de delegar un poco.
Si bien las comparaciones son odiosas, y considerando que vos sos una persona del automovilismo, ¿no sentís que estás largando desde boxes y de a poco vas avanzando? Te diría que desde antes de boxes, es una largada desde más atrás todavía que nos tiene a todos a fondo. Siento que estamos poniendo el motor y faltan 10 minutos para empezar la carrera; esa sería la analogía.
Cuando en tu juventud venías a la sala, ya fuera a la confitería o bien a disfrutar de alguna película o espectáculo, ¿imaginaste que podías llegar a ser uno de los propietarios del Gran Pilar?
No, ni lo imaginaba. Yo tuve un origen no para llorar, pero sí que me permitió avanzar mucho en mi vida porque arranqué de cero, fui un empresario que me fui haciendo a los ponchazos, siempre supe las limitaciones y eso me permitió ser austero toda mi vida y tratar de mantener la humildad en todos los aspectos. Yo nunca me imaginé poder ser propietario de esto. Hoy estoy muy orgulloso, muy contento de poder lograrlo y espero poder transmitir a través de lo que hagamos acá algo muy bueno para el pilarense, para el centro urbano de Pilar.
El 10 de agosto abrirá sus puertas al público el Teatro Gran Pilar gracias al aporte, la pasión y el compromiso de un grupo de socios amigos involucrados con el desarrollo artístico cultural del partido. Un espacio emblemático arraigado en la identidad pilarense se suma para poner en valor y potenciar el casco histórico de la ciudad.
Clarisa Bartolacci
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