La cuarentena en nuestro país ya va para 70 días y las diferentes actividades deportivas (algunas de ellas ligadas también directamente al espectro comercial) no solo van sintiendo las consecuencias económicas de la situación sino que además se van alistando para un posible retorno a la actividad.
Y en ese sentido, desde la Cámara de Natatorios y Actividades Deportivas ya han presentado un protocolo para que al menos en la provincia de Buenos Aires se vaya programando el retorno a la acción y al trabajo.
Desde la cámara han informado que ante esta situación se ha buscado profundizar en conocimiento científico, epidemiológico y buscar optimizar de manera segura las
actividades acuáticas, teniendo en cuenta los riesgos que conlleva el COVID 19.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una concentración residual de cloro libre de 0,5 miligramos por litro de agua de la piscina durante un mínimo de 30 minutos de contacto a un pH menor a 0,8 es suficiente para matar virus envueltos como los coronavirus. Por eso, si se realiza la cloración de la piscina siguiendo las recomendaciones actuales y aplicando las mejores prácticas, es suficiente para desactivar el virus COVID-19.
Es decir, que con un nivel de cloro libre de 0,5 miligramos por litro de agua la pileta no solo está desinfectada, sino que también tiene potencial desinfectante para eliminar cualquier virus o germen que pueda entrar en el agua.
Por otro lado, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos descartan que las piscinas sean un medio propicio para la transmisión del virus COVID-19: “No hay evidencia de que COVID-19 pueda propagarse a los humanos a través del uso de piscinas, jacuzzis o balnearios, o áreas de juego acuáticas”, aseguran.
Ante esto, desde la cámara han remarcado que se hace indispensable protocolizar la reapertura de manera segura, mediante una declaración jurada en la cual él o la firmante asegure no ser portador de COVID-19 y no haber estado en contacto con personas contagiadas o con síntomas y que ante la primera sospecha de padecer alguno de los síntomas asume la obligación de no asistir al establecimiento y aislarse preventivamente.
Más allá de estas consideraciones, el protocolo de apertura presentado ante las autoridades (copiado de los presentados en Portugal, que ya abrió el uso de piscinas y natatorios) incluye el monitoreo y control de ingreso con el fin de evitar la aglomeración de personas y la exposición a situaciones de riesgo, una distancia segura de 2 metros entre las personas y el uso de protección ocular o protector facial. También se deberá colocar señalética visible en las áreas comunes.
En cuanto a las personas que concurren a los natatorios, para ellos será obligatorio el uso de tapabocas en todos los ámbitos con excepción de la piscina, también el lavado frecuente de manos de todo el personal, usuarios y acompañantes. Se deberá colocar un dispenser de desinfectante para manos (alcohol en gel o alcohol líquido al 70%) a la entrada en el establecimiento, mientras que los usuarios deberán asistir con kit personal de seguridad: barbijo, guantes, toalla y ojotas.
Finalmente, los natatorios deberán administrar todos los elementos de higiene y bioseguridad que el personal y los alumnos requieran, elaborar un sistema de entrada y salida a los vestuarios al inicio y finalización de cada clase, de acuerdo a los metros cuadrados que disponga cada institución, a modo de evitar aglomeraciones innecesarias, respetando el distanciamiento social.
También tendrán que planificar estrategias didácticas de clases que respeten el distanciamiento social obligatorio y velar por la obligatoriedad de duchado con jabón al ingreso.
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