Jueves 21 de Noviembre de 2024

Un acontecimiento que nos sigue interpelando, Mayo de 1810 y un ejercicio de memoria


  • Domingo 26 de Mayo de 2019
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Han transcurrido más de dos siglos de una historia rica, compleja y muchas veces problemática que nos sigue interpelando. Sabemos que a partir de ese día, se construiría penosamente, muchas veces, un país, del que somos parte y al que la mayoría de nosotros amamos hondamente y digo la mayoría, señalando así, implícitamente que hay algunos sectores que parecen herederos de un mundo colonial que no termina de desaparecer. Es cierto que nadie puede atribuirse ser el dueño de la Patria, ni el de ser su vocero privilegiado, pero también es cierto que las fuerzas que ya entonces renegaban de nuestro propósito de ser un pueblo libre e independiente siguen estando presentes y apelando a ciertos slogans disfrazados de modernidad, no dejan de operar contra ese proyecto que nació en 1810. No vale la pena hacer nombres, pero sí, recurrir a la memoria histórica y también a la íntima y personal que nos liga a las sencillas fiestas mayas de nuestra infancia, al patio de alguna humilde escuela donde aprendíamos a descubrir ese “nosotros” tan indispensable para ser un país en serio, con futuro, con proyecto. Por todo eso y por mucho más es necesario recordar, darnos la mano y los parabienes en este día fundacional. Un racconto necesario Promediaba el otoño de 1810. Ese año el clima se presentaba benigno. La tranquila ciudad colonial veía caer las hojas de sus árboles, hecho que merecía el refunfuño  de las criadas que debían mantener limpios los patios de las casonas. Sin embargo todos sabían por experiencia que muy pronto empezaría el mal tiempo: las finas lloviznas interminables de inviernos desapacibles. Entonces sería cuestión de refugiarse en las salas en torno a los grandes braseros, de beber sabrosos chocolates, o de complacerse en esa extraña costumbre rioplatense: la del mate, con su sabor y su aroma tan americanos. Sin embargo pocos dormirían tranquilos en lo que restaba del mes, pues la noticia no sólo de que Fernando VII seguía prisionero de los franceses sino de que la totalidad del territorio español había caído en manos de las tropas de Napoleón Bonaparte llegó el 14 de mayo traída por un barco inglés. Este hecho sorprendió a unos, dejó perplejos a otros y despertó en sectores política y económicamente activos la certeza de que algo  había que hacer. Este grupo de disconformes con el sistema colonial estaba formado  principalmente por criollos, que padecían una suerte de discriminación por parte del gobierno virreinal. Las Invasiones Inglesas les habían dado la oportunidad de demostrar y demostrarse la importancia que tenían en la sociedad, pues se habían destacado en la defensa de su ciudad, abandonada por el, desde entonces, famoso Virrey Sobremonte. En esa oportunidad se crearon cuerpos de milicias, algunos de ellos formados por criollos, tal el caso del Cuerpo de Patricios. La aspiración de ser independientes El sistema económico colonial se había caracterizado porque existía un fuerte monopolio comercial (no confundir con proteccionismo, por favor) puesto que  beneficiaba a unos pocos y dejaba al margen a muchos comerciantes y hacendados e impedía el desarrollo autónomo de las que sólo se veían como colonias. Esta circunstancia había favorecido el contrabando como una actividad admitida en los hechos y amparada por funcionarios corruptos. Los nacidos en el país se sentían discriminados, pues los buenos negocios y los cargos administrativos importantes estaban en manos de los españoles. Un poderoso resentimiento los dominaba. En distintos momentos habían presentado reclamos pidiendo una mayor libertad de comercio, por ejemplo en un famoso escrito presentado por M. Moreno que se recuerda con el nombre de Representación de los Hacendados. Sabemos que en general los seres humanos no abandonan voluntariamente posiciones de privilegio. En este caso, tampoco. Por lo tanto se produjo entre los ‘criollos’ un sentimiento generalizado de que era esta una ocasión oportuna para tomar el gobierno y producir los cambios  buscados. Cabe señalar que el grupo de los  aquí denominados ‘criollos’ no era homogéneo en sus ideas e intereses. Había quienes buscaban desplazar a los ´peninsulares’ de sus lugares de privilegios, pero no se proponían producir cambios importantes en el orden económico y tampoco en  materia política y mucho menos social, tenían una postura que podemos llamar conservadora (no olvidemos que la sociedad colonial tenía una estructura de castas  muy difícil de  transformar). Uno de los más conspicuos de ellos era sin duda Cornelio Saavedra, comerciante oriundo del Alto Perú y a la sazón jefe del Regimiento de Patricios lo que lo convertía en un personaje poderoso. Por otra parte había un grupo bastante importante de jóvenes de sólida formación intelectual que adherían a las nuevas ideas que recorrían el mundo por entonces. Se habían formado en el iluminismo, se sentían atraídos por el ideario democrático y republicano de la Revolución Francesa y conocían las teorías económicas más avanzadas de la época. Éstos, jóvenes en su mayoría, aspiraban a algo más que a sacar a los españoles de sus lugares de privilegio, ellos querían cambiar el mundo, el ejemplo más claro es el de Mariano Moreno. Podemos decir que eran revolucionarios. Pero lo cierto es que en mayo de 1810 sus intereses confluyeron con los de los otros grupos más conservadores. Y fue así que “con el apoyo de los cuerpos militares nativos, (...) exigieron de Cisneros la convocatoria de un cabildo abierto para discutir la situación”. La reunión se llevó a cabo el 22 de mayo y aunque los miembros del Cabildo habían intentado controlar los acontecimientos se vieron desbordados por el entusiasmo y la decisión de algunos  criollos que plantearon que habiendo caído el rey, cesaba la autoridad del virrey, que lo representaba, y habiendo retomado el pueblo su soberanía, como correspondía   debía elegir una junta que lo representase, tal como había ocurrido en España. Esta tesis que ha sido llamada criolla se impuso en una votación que se llevó a cabo después de un acalorado debate en el que participaron en un primer momento el Obispo Lué y el fiscal Villota por parte de los que defendían la continuidad del Virrey Cisneros y Castelli y Paso en nombre de los ‘criollos’. De cómo se desbarató una hábil maniobra El día 23 de mayo los cabildantes intentaron soslayar lo decidido el día 22 a través de una hábil maniobra, esto es, nombrando una junta presidida por el destituido Virrey y cuatro vocales entre los que se encontraban C. Saavedra, jefe del regimiento de Patricios y Castelli uno de los más firmes defensores del cambio reclamado. Enterados los criollos de lo decidido, en una sesión secreta por los cabildantes, reaccionaron enérgicamente, se concentraron frente al Cabildo y finalmente consiguieron la destitución de Cisneros y la constitución de una Junta de Gobierno integrada por Cornelio Saavedra como presidente, J. J. Paso y M. Moreno como secretarios; Castelli, Belgrano, Azcuénaga, Alberti, Matheu y Larrea como vocales. Se constituyó así el primer gobierno patrio. La Junta gobernaría en nombre de Fernando VII, el rey prisionero. Esto fue una especie de ficción con la que se intentaba encubrir las aspiraciones independentistas y que a pesar de que nadie creía en ella se  mantuvo durante seis años. Por otra parte, entre otras medidas la Junta invitó a los cabildos del interior a enviar sus diputados para integrarse al nuevo gobierno y previendo probables resistencias organizó dos expediciones militares. Otro hecho importante producido por esta Primera Junta consistió en crear la Gazeta de Buenos Ayres, periódico por medio del cual el nuevo gobierno difundía sus actos y sus ideas. Un acontecimiento inaugural de nuestra historia Hemos recordado sucintamente, hasta aquí, los principales hechos que se conocen como la Revolución de Mayo. Sin embargo la historia de estos importantes acontecimientos no se agota en una mera enumeración de acontecimientos, tampoco con la mención de sus protagonistas. Merece que repasemos algunas cuestiones tratando de desentrañar su significación. Resulta claro de la lectura de estos hechos que los ‘criollos’ se sentían oprimidos y postergados por la administración colonial. También lo es, que se sentían con el derecho y la capacidad de conquistar su independencia, ese objetivo unido a las concepciones liberales y a los principios democráticos y republicanos de la Revolución Francesa que sustentaba el grupo más activo, el de los jóvenes intelectuales de la época, hicieron posible que se constituyera este primer gobierno y que tuviera un carácter revolucionario. Podemos recordar entre los protagonistas a Manuel Belgrano, difusor de las ideas de la fisiocracia desde el Consulado donde era funcionario; a Mariano Moreno redactor, entre otras cosas, del famoso documento Representación de los Hacendados, donde aboga por la libertad de comercio (que en ese momento aparecía como un discurso novedoso); a Juan José Castelli, y a tantos otros. Se dice que esta Revolución fue producida por una elite intelectual y se le niega carácter popular. También se afirma que estaba circunscripta a Buenos Aires, ciudad portuaria por excelencia y como tal propicia a recibir las ideas que venían de Europa. Todo eso puede ser cierto, pero, también lo es, que un intento revolucionario con ciertas similitudes se había producido un año antes en Chuquisaca (Alto Perú) y que había sido reprimido cruelmente, ejecutando a muchos de sus protagonistas y que uno de los ejecutores de esas ejecuciones era Nieto, colaborador del Virrey Cisneros, también cabe destacar que acontecimientos semejantes se producirían  casi simultáneamente en muchos otros lugares de América. El mundo y en particular la América española estaban en trance de transformación. Jugaban en la producción de estos hechos sin duda los intereses contrapuestos de Inglaterra, España y Francia. Pero es importante destacar que las ideas del iluminismo, las de la ilustración, venían circulando desde hacía tiempo en América y también en España y formaban parte del pensamiento de muchos jóvenes. Autores como Rousseau, Montesquieu, Voltaire, si bien se leían un tanto secretamente, se podían encontrar en muchas bibliotecas particulares desde hacía bastante tiempo. Los jóvenes como suele ocurrir, se sentían atraídos por las nuevas ideas, y por el ideal republicano y democrático que sostenían. Concepción ésta, del hombre y de la sociedad, que constituía un verdadero fermento revolucionario. Todos estos hechos fueron el terreno propicio para que se produjera un hecho revolucionario, efectivamente se produjo un vuelco, una modificación en las relaciones de poder, que tendría una multitud de efectos de distinta entidad. Sin embargo, muchos aspectos de la sociedad colonial permanecerían sin modificarse y la resistencia a las nuevas ideas estaría presente en los hechos posteriores que llevaron entre otras cosas a la renuncia de Mariano Moreno a fines de 1810. Su muerte poco clara en el transcurso de un viaje hacia Inglaterra sembró para siempre la sospecha de que se buscó eliminarlo. Sus partidarios, a quienes suele identificárselos, como jacobinos, fueron desplazados y perseguidos. Se había desatado el enfrentamiento entre grupos claramente diferentes. Algún tiempo después, Saavedra mismo, jefe del grupo más conservador, fue desplazado por los morenistas que habían recobrado su influencia y debió exiliarse. Empezaba así una historia difícil. Un antes y un después… Los historiadores han dado de estos sucesos diversas interpretaciones. El relato histórico está teñido sin duda de las ideas y concepciones de quien lo enuncia, eso es inevitable. Sin embargo, podemos rescatar, que así como los sucesos de mayo reunieron a grupos opuestos, también en la valoración de este acontecimiento histórico coinciden, la mayoría de los historiadores, en señalar que fue un hecho trascendente, que marcó un rumbo irreversible en la marcha de la historia y que  constituye una especie de frontera temporal que obliga a hablar de un antes y un después. Suele recordarse que el 25 de mayo de 1810 aunque fue una jornada de gran tensión   no ocurrieron hechos sangrientos, por eso, se dice que fue una revolución incruenta. Sin embargo es esta una verdad a medias pues, lo que siguió, fue complejo, difícil y muchas veces trágico, la supuesta unidad del grupo que produjo estos sucesos se  mostró frágil. Las contradicciones, las incompatibilidades eran profundas, hubo luchas, desplazamientos, intrigas, destierros, muertes. El país que nacía y que aún no tenía nombre debía recorrer un camino  muy áspero, pero, poco a poco fue constituyéndose. Aquel día se encontraba con su destino. Han transcurrido 209 años, en muchos aspectos el mundo ha cambiado, en otros, no tanto. Cuando determinadas circunstancias ponen a prueba en nosotros la confianza de haber generado una sociedad inspirada en principios más humanitarios e igualitarios. Economía y política suelen plantearnos situaciones cruciales, caminos divergentes, conflictos de intereses. Ser argentinos parece requerir de nosotros, entonces, un compromiso fuerte inclaudicable en luchar por un mundo más justo, como el que suponemos concebían hombres de la talla de Mariano Moreno y Manuel Belgrano, por citar sólo a dos de ellos. E.R.

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