En esto de tematizar la vida del gaucho cumple una función importante la vocación por el canto del protagonista, ese gaucho cantor del que hablara Sarmiento en el Facundo adquiere aquí un papel protagónico. El canto es un destino, pero es también aquello que hace de ese universo casi maldito del gaucho un espacio estético que lo lleva a trascender ampliamente el propósito circunstancial que había rodeado el nacimiento de Martín Fierro. Para dar carnadura creíble a su criatura apelará Hernández al riquísimo material folklórico tradicional en el que también habían abrevado sus precursores.
Se ha comparado muchas veces a esta obra con el Quijote por la presencia de abundantes refranes y sentencias que están presentes en toda la obra pero que adquiere su mayor visibilidad en la 2° Parte –Consejos de un padre y consejos del Viejo Vizcacha-. Este dato no implica agregar ni quitar nada respecto de la valoración del texto pero sí supone que el autor se apropia creativamente de ese material tradicional, lo hace creíble y oportuno en las voces de los personajes, lo transforma según las necesidades intrínsecas del texto y lo devuelve así al torrente de una tradición secular renovado, revivido, humanizado.
Piénsese si no, en el valor que adquiere una expresión como “Quien ha vivido encerrado poco tiene que contar” puesta en boca del hijo de Fierro que ha estado encarcelado varios años, o aquellas otras como “El hombre no mate al hombre, ni peleé por fantasía” o “Los hermanos sean unidos” dichas por un Martín Fierro que quiere trasmitir a sus hijos la poca o mucha sabiduría que le ha dado el sufrimiento. Y es así como esta obra que se nutriera de un rico material tradicional lo recrea y lo devuelve transformado. El Martín Fierro nos muestra pues el fascinante proceso de este tipo de creaciones por medio de las que renace, se recrea y se proyecta hacia el futuro ese inagotable río de las artes populares.
E.R.
Cien años después...
En 1972, en ocasión de cumplirse cien años de la aparición de “El gaucho Martín Fierro” de José Hernández entre los diversos homenajes que se llevaron a cabo se destaca un extenso poema de Atahualpa Yupanqui, me refiero a “El Payador Perseguido”. Este poema fue cantado por el mismo Yupanqui y por otros artistas (por lo general fragmentariamente) alcanzando gran repercusión, entre otras cosas porque su contenido apuntaba a viejas injusticias, hecho este que generó en más de una ocasión censuras y prohibiciones. Tiene este texto con el Martín Fierro semejanzas significativas.
En lo formal adopta Yupanqui la sextina hernandiana, estrofa especialmente apta para el tono sentencioso de quien asume la tarea de decir duras verdades. Otro de los aspectos que nos remiten al texto de José Hernández es el tono autobiográfico del narrador quien nos canta y nos cuenta una vida signada por el dolor, la persecución y la sed de justicia que se reclama fraternalmente para el incontable número de desamparados que pueblan un país que presume de rico. Si bien el yo poético no debería identificarse con la persona del autor se sabe que hay mucho de la vida de Yupanqui en este poema que recoge una de las facetas de este autor, su compromiso, su vocación de “cantar opinando” como su predecesor Hernández de quien recoge esta suerte de mandato.
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