Toda historia tiene sus protagonistas, algunos de ellos se destacan por algún motivo y son recordados por la posteridad, otros pasan a formar parte de ese conjunto de actores anónimos que constituyen la verdadera argamasa de la historia. Pero existen otros, que si bien se destacan sobre ese fondo anónimo aparecen en una suerte de penumbra opacados por la presencia de otras figuras más importantes. Tal es el caso de Juana Manso. Mucho de la historia de la educación popular y pública en nuestro país se entiende indagando en la actividad de esta enorme educadora e intelectual que fuera Juana Manso.
Muy difícil fue para esta mujer enfrentar las prevenciones de una sociedad conservadora en cuanto al papel de la mujer en la sociedad, para la que el campo de acción de la mujer debía circunscribirse al ámbito doméstico. Si bien hubo algunos casos de mujeres destacadas, como el de Mariquita Sánchez, o el de escritoras como Eduarda Mansilla o Manuela Gorriti les daba cierta protección la posesión de fortuna, la belleza y el encanto personal y/o el pertenecer a familias de abolengo.
Nada de eso tenía Juana Manso, y si bien era hija de un conocido topógrafo que había adherido fervorosamente a las ideas de la Revolución de Mayo, la situación económica de la familia sufrió sucesivos quebrantos entre otras cosas por los reiterados exilios que padecieron. El padre había alentado en la hija el interés por el estudio y la reflexión inteligente. Tempranamente comenzó a colaborar con distintas publicaciones y a ejercer la docencia para lo cual fundó en 1841 (tenía sólo 22 años) en su casa de Montevideo “El Ateneo para Señoritas” en el que se educaba a las jóvenes en aritmética, lectura, gramática, francés, piano, canto, dibujo y otros temas, considerados indispensables para la educación de la mujer por aquellos años, tales como labores, modales, moral.
En 1841 un nuevo exilio la lleva a Brasil, país donde residiría en varios etapas de su vida. Su inquietud intelectual la lleva a escribir un conjunto de coplas y reflexiones filosóficas que se publicarían en Río de Janeiro. Después de una breve estadía en Montevideo –ciudad a la que había regresado y donde dirigía una escuela de niñas- conoce al que había de ser su esposo Francisco de Saá Noronha. Desde 1844 y por varios años acompañaría a su esposo en largas giras (era un conocido violinista) por distintos países. Junto a él escribió obras teatrales que tuvieron gran éxito en Brasil. Pero no fue feliz en su matrimonio, que finalmente se deshizo cuando su esposo la abandonó. Juana Paula se vio a los 32 años sola, con dos hijas pequeñas y sin recursos económicos. Decidida como era comenzó a trabajar en lo que tenía mayor experiencia: la docencia y el periodismo.
Por edad, por formación intelectual y por las circunstancias vitales Juana Manso debería incluirse en la denominada generación de 1837, que reconocía como líder espiritual a Esteban Echeverría. Sin embargo ningún ensayo dedicado a ese grupo la nombra. Amiga de José Mármol, fue él quien la presentó a Sarmiento.
Juana Manso y Sarmiento
Sarmiento encontró en Juan Manso una colaboradora excepcional en el terreno de llevar a la práctica sus innovadoras ideas educativas. Pero no sólo aplicó las ideas de los otros sino que contribuyó ella misma con su creatividad y sus amplios conocimientos. Sin embargo sus concepciones eran consideradas transgresoras para la época, por ejemplo el propiciar la creación de escuelas mixtas, el respeto por las otras religiones, la supresión de los castigos corporales y de los premios.
Fue, además una impulsora decidida de la creación de jardines de infantes ,al respecto vale señalar que difundió las ideas de Pestalozzi, de Froebel y sus propias reflexiones a través de los Anales de Educación Común, publicación destinada a publicar el pensamiento pedagógico más actualizado, y de la cual fue directora.
Juana Manso y las bibliotecas populares
Su papel en la fundación de Bibliotecas Populares fue decisivo. Acompañada en este terreno por Sarmiento y otros hombres inteligentes dedicó especial esfuerzo a la creación de las mismas. La Biblioteca Popular de Chivilcoy fue fundada por ella en 1866.
Los habitantes de Chivilcoy la consideran como una de los suyos a pesar de que en una última visita a esta ciudad fue agredida cobardemente por un grupo de personas que rechazaban sus ideas. Esto ocurrió en una conferencia pública, pues la de conferenciante fue otra de las facetas de esta singular mujer que tuvo apoyos importantes para su tarea, es cierto, pero que debió soportar la injuriosa burla de muchos de sus contemporáneos que no comprendían ni aceptaban su pensamiento, sobre todo en relación con la condición de la mujer.
Una incansable defensora de la libertad y la dignidad humana
Por su constante prédica a favor de los derechos de la mujeres a quienes pretendía se diera un trato digno e igualitario en relación con los hombres suele ser considerada una de las primeras feministas de nuestro país. Al respecto quiero ceder la palabra a quien hoy evocamos. Esto escribía Juana Manso en el siglo XIX:
“Vosotros, ricos, ¿por qué no las educáis ilustradas, en vez de criarla para el goce brutal? Y vosotros, pobres ¿por qué le cerráis torpemente la vereda de la industria y el trabajo, y la colocáis entre la prostitución y la miseria?”.
Al respecto cabe hacer la siguiente reflexión. Esta notable mujer concebía la educación como el único camino válido para mejorar la condición humana en general y para acceder a una vida más digna y en esto no hacía distingos entre hombres y mujeres. Su aspiración es la nuestra, sus sueños merecen cumplirse por eso la evocamos.
E.R.
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