Buenos Aires, 23 de noviembre de 1911, una larga fila de hombres esperaba conversando animadamente su turno para votar en las elecciones municipales de ese año. De pronto se hizo un extraño silencio, una mujer se había incorporado a la cola de sufragantes, el extendido gesto de sorpresa de los presentes se convirtió en una no disimulada actitud burlona cuando cayeron en la cuenta de que esa mujer bien plantada, joven aún, había decidido emitir su voto en esas elecciones.
Pero, ¿quién era ese desafiante personaje que pretendía ignorar las normas de la época? Pues nada más y nada menos que una de las pocas médicas que ejercían su profesión en Buenos Aires, se llamaba Julieta Lanteri, la Dra. Lanteri, que ante la incredulidad de todos logró en aquella memorable oportunidad emitir, su voto, no había nada que se lo impidiera como logró demostrarlo.
A partir del año siguiente las cosas se complicarían pues sancionada la Ley Electoral de 1912, los padrones los confeccionaría el ejército, teniendo en cuenta el servicio militar obligatorio de los varones. Pero en esa oportunidad, la ciudadana Lanteri (se había hecho ciudadana argentina previamente) pudo votar, instaurando una marca de enorme valor simbólico en la lucha de los derechos de la mujer.
Una historia de inmigrantes
Treinta y dos años antes del episodio que hemos relatado un barco cargado de inmigrantes italianos llegaba al puerto de Buenos Aires. Con los brazos y la barbilla apoyadas en las barandillas del buque dos niñas de poco más de 6 años miraban con curiosidad el espectáculo que ofrecía el puerto de Buenos Aires. Eran Julieta y Regina Lanteri, las hijas de un matrimonio piamontés, Antonio Lanteri y Matea Guidi, quienes como tantos otros inmigrantes llegaban buscando trabajo y un porvenir mejor para sus hijas.
La primera escala fue Buenos Aires, que ya empezaba a resultar chica para tanta gente que terminaba hacinándose en las casas de inquilinato. La vida en Buenos Aires no era muy grata para los recién llegados que finalmente se radicaron en La Plata, esa espléndida urbe, que se alzaba sobre la llanura ya con el título de capital provincial. Allí vivieron los Lanteri por muchos años. Allí cursaron la escuela las hermanas e hicieron sus primeras amistades. Julieta tenía un temperamento muy especial. Era decidida, empeñosa, pero también soñadora. Se le había ocurrido que quería ser médica. Extraña elección para la época. Y finalmente lo consiguió.
Para ello debió sortear obstáculos que pudieron verse como insalvables, como por ejemplo cursar el bachillerato en el Colegio Nacional de La Plata (que era sólo para varones). Allí egresó en 1895, a los 22 años. Luego fueron otros años difíciles pero fructíferos para la incansable Julieta, que se doctoró con excelentes calificaciones en 1907. Luego fueron años de intensa actividad profesional. Recordemos que J. Lanteri fue la sexta mujer en obtener el título de médica en nuestro país y la primera italiana en alcanzar un título universitario.
Elsa Robin
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